Sexismo lingüístico

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La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela le dio carácter oficial, en nuestro país, a la confusión entre sexo y género. De ahí salió ese esperpento gramatical en el que todo debe ser nombrado incluyendo ambos géneros (el ciudadano y la ciudadana), cuando lo natural es usar el género neutro con el que nos provee nuestra lengua (el ciudadano que implica a ciudadanos y ciudadanas).

La primera distinción de este tipo aparece en el artículo 21, cuando se dice que sólo se dará el trato oficial de ciudadano o ciudadana; salvo las fórmulas diplomáticas. A partir de ahí se desencadena la locura y nuestra Carta Magna se convierte en un pasticho ilegible lleno de presidentes y presidentas, niños y niñas, funcionarios y funcionarias y demás casos y cosas de la distinción de géneros.

Esto raya en el paroxismo en expresiones como esta: En caso de delito flagrante cometido por un parlamentario o parlamentaria, la autoridad competente lo o la pondrá bajo custodia… ¿Olvidó el redactor constitucional el artículo una antes de la dualidad parlamentario/parlamentaria? Porque, siguiendo la lógica del planteamiento lingüístico, ahí debería decir algo como: …delito flagrante cometido por un o una parlamentario o parlamentaria…

Otro dato curioso es que en el preámbulo, la Constitución declara:

El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana…

Uno podría suponer que este párrafo excluye a las antepasadas, las precursoras y las forjadoras, pero ustedes y yo sabemos que no es así. Ha sido simplemente el uso natural de una lengua que ha estado con nosotros desde hace quién sabe cuánto tiempo, y que condicionó al redactor constitucional para olvidar que por mandato superior había que hacer la conveniente distinción de género.

El caso es que un amigo me escribe para preguntarme cómo convencer a una feminista que conoce, de que esta distinción, sin ser gramaticalmente errónea, es innecesaria en cuanto respecta al sentido común. Mi respuesta fue que no se puede convencer de ello a alguien que tiene muy acendrada la confusión entre el sexo de los seres vivos y el género de las palabras. Pero, como el tema es interesante, he conseguido algunas citas sobre el tema que vale la pena comentar.

La Red de Desarrollo Sostenible de Nicaragua tiene en línea una Guía para el uso no sexista del lenguaje que, en su capítulo II, propone algo muy sensato: usar sustantivos no marcados, así como géneros o palabras colectivas. Hablar de la ciudadanía en lugar de el ciudadano, por ejemplo. Hasta ahí todo chévere. Pero cuando hacer esto se dificulta, la guía se pone problemática, pues propone partir las palabras al final para incluir ambos géneros, como en el/la niño/a. Ya eso representa un problema, pues nos aleja de un lenguaje natural e inteligible. Pero si vamos al principio del capítulo, leemos esto:

Este es un intento de utilización de formas de expresión alternativas, más igualitarias, naturalmente con relación al sexismo. Habría que hacer algo similar con el racismo, clasismo y demás discriminaciones que el lenguaje refleja, transmite y refuerza. De momento las mujeres empezamos (!al fin!) por nosotras, concientes además de que un lenguaje no sexista sería un gran salto en nuestra lucha por la igualdad real de las personas.

En la lengua en ocaciones, la desigualdad radica en el orden de las palabras…

Muy loable la intención de acabar con cualquier tipo de discriminación, pero es imposible dejar de notar con horror el mal uso de los signos de exclamación en !al fin! y los errores ortográficos contenidos en las palabras concientes y ocaciones. ¿Una guía que pretende orientarme en el uso del lenguaje y se salta la ortografía más básica? No me parece.

Por otra parte, hay decenas de guías parecidas disponibles en Internet. Todas empeñadas en que el género neutro es un indicio de machismo y en que es preciso mencionar ambos géneros para que el femenino no sea excluido. El absurdo de esta propuesta se verifica en el hecho de que todas esas guías nombran antes al género masculino, como en el ciudadano y la ciudadana.

Volvamos a los ejemplos que tienen que ver con la Constitución de Venezuela:

Los constituyentes venezolanos de 1999 hicieron, es mi opinión, una constitución con defectos y excelencias, pero entre sus méritos no figura el conocimiento de la diferencia entre sexo y género gramatical y a pesar de la intervención de expertos como Alexis Márquez, cuyas recomendaciones no siempre se aceptaron, tiene detalles de gramática no muy elogiables. Uno aprecia la buena intención de enmendar las injusticias cometidas contra la mujer a través de la historia, pero, me parece, la mala redacción y la ignorancia no conducen a la igualdad de derechos entre los sexos.

Quien acusa aquí de ignorante al redactor constitucional no es un opositor pagado por la CIA para desarrollar un plan en contra de la mujer chavista misma. Es Roberto Hernández Montoya, presidente del Celarg y una de las fichas de la programación de opinión del canal del Estado, Venezolana de Televisión. Esto y más puede leerse en El género del género, un trabajo suyo, amplísimo, sobre el tema.

Alexis Márquez Rodríguez resume en El lenguaje de la Constitución algunas de las recomendaciones que hizo a los constituyentes en su momento y que, como mencionó ya Roberto, no fueron aceptadas:

En castellano la forma masculina, además de definir uno de los sexos, adquiere en determinados contextos, como en éste, carácter genérico, es decir, que abarca los dos sexos. Ello no se debe, como algunos pretenden, a que el lenguaje sea machista, ni a que la gramática haya sido escrita por los hombres, puesto que la gramática no establece las normas de uso, sino que las registra, recogidas del habla común. Y no es que sea malo precisar que se trata de los dos sexos, sino que, de establecerse en una norma constitucional, hay que hacerlo así en todas las demás normas que se refieran a las personas. Por ejemplo, si se habla de los ciudadanos, habrá que decir en todos los casos «ciudadanos y ciudadanas», etc., porque de hacerlo unas veces y otras no, podría entenderse que, cuando no se haga, la norma sólo será aplicable a las personas de sexo masculino, lo cual sería discriminatorio. En cambio, si se emplea el vocablo genérico, «venezolanos» o «ciudadanos» se entiende inequívocamente que se habla de hombres y mujeres por igual.

Claro, nuestra feminista no tardará en notar que ambas referencias fueron escritas por hombres, y afirmará que por ello no puede esperarse que digan algo distinto. En ese caso, basta revisar el Manual de lenguaje administrativo no sexista (PDF, 625 Kb) de Marta Concepción Ayala Castro, Susana Guerrero Salazar y Antonia M. Medina Guerra (quienes, a no dudarlo, son mujeres), un trabajo auspiciado por nada menos que la Asociación de Estudios Históricos sobre la Mujer de la Universidad de Málaga. Allí dice:

En español el masculino es el género no marcado y tiene un doble uso o valor:

1. Un valor específico:

Ejemplos:

Le dijo al empleado cuáles eran sus obligaciones.
Es un trabajador incansable.

En estos ejemplos tiene un sentido específico, limitado semánticamente en su referencia a los varones.

2. Un valor genérico:

Ejemplos:

El empleado de esta oficina ha de ser puntual.
El trabajador debe exigir sus derechos.

En estos casos, el masculino es extensivo a las mujeres, tiene aplicaciones tanto a un sexo como a otro, como a los dos juntos.

Frente a este doble valor del masculino en español, el femenino solo tiene un uso, el específico, es decir, que únicamente puede emplearse referido a las mujeres, por eso decimos que posee un sentido restrictivo.

Esta situación de predominio lingüístico del género gramatical masculino es confundida con el dominio del varón en la sociedad. De esta forma, el género gramatical es asimilado, de manera errónea, a la realidad social.

De hecho, el problema no se plantea porque el español posea géneros como el femenino o el masculino, sino por la incorrecta asociación que establece la comunidad hablante entre sexo y género. Así mismo, se concibe erróneamente al género femenino como un género secundario al dar a entender que el femenino se construye a partir del masculino. Esta concepción se ve favorecida, sin duda, por el hecho de que, como hemos visto, se ha concedido el uso genérico o globalizador de forma exclusiva al género masculino. Este último aspecto no habría de tener mayor importancia, a no ser por la ya aludida asociación género-sexo, que está llevando, sobre todo en los últimos años, a que se den anfibologías o ambigüedades cuando en determinados contextos se recurre al uso genérico del masculino. En efecto, en ocasiones, como veremos, el uso del masculino genérico produce confusiones que dejan traslucir la discriminación y ocultación de que es objeto la mujer.

Ya lo he comentado en otra ocasión: el sexismo es aburrido pues nos predispone a la lucha entre hombres y mujeres, actitud que va en contra de nuestra tendencia natural a encontrarnos y amarnos.

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24 thoughts on “Sexismo lingüístico

  1. Creo que lo he comentado antes. A mi me parece que el lenguaje utilizado en la constitución bolivariana es correcto ya que nos refleja fielmente como país. ¿Cómo somos? pues lee la constitución y verás como somos. Lo único que le critico a la constitución es la casi ausencia de errores ortográficos. Con mala ortografía aquí y allá hubiera sido aún más fiel a nuestra realidad.

  2. muchas personas desearián hecharle la culpa de semejante disparate -po nombrarlo de alguna manera- a la constitución y al gobierno Bolivariano mesmo, pero también tiene mucha parte de culpa la RAE pues fueron ellos que en su afan de «modernizar» el ESpañol (Castellano) aprobaron esas distinciones.

  3. RR, los hay, algunos más sutiles que otros. Por ejemplo: escribir Nación así, con ene mayúscula, es una incorrección, pues nación es un sustantivo como cualquier otro. En el artículo 2 aparece un error similar: Derecho y Justicia con la inicial en mayúscula. También hay un aún con tilde en el artículo 334 (aún sólo lleva tilde cuando funciona como adverbio de tiempo). Y así, buscando con calma y tiempo (cosas de las que carezco en este momento), uno va hallando cosillas. O sea, que nos representa un poquitín mejor de lo que creías.

    Tesne, dime dónde dice eso la RAE, pues hasta donde sé la Gramática toca el tema en la forma como cité en mi nota. Por otro lado, aquí no se trata de «hecharle» la culpa al gobierno, sino de demostrar una conducta absurda en la que el gobierno a través de la Asamblea Constituyente, por ignorancia de sus miembros, se dejó arrastrar.

    Joanna, en efecto existe esa actitud de sustituir los resquicios que se atribuyen a «los gobiernos anteriores», pero se realiza de manera superficial, quedando las taras por dentro.

  4. Jorge: yo creo que el problema viene de confundir la gente el género neutro, que heredamos del latín, con el masculino…Cuando se usa el neutro se refiere a la vez al masculino y al femenino…El feminismo recalcitrante asume que toda palabra terminada en «o» es masculina y toda aquella terminada en «a» es femenina…y así nos va en la vida….Cordial saludo.

  5. Aplausos, Jorge. Aplausos porque la nota, aparte de estar redactada de forma impecable, es sumamente completa, exponiendo el este y el oeste de este angustioso (pero ciertamente inútil) mapa de batalla. En mi opinión, resulta obvio el carácter discriminatorio que existe detrás del doble uso del género masculino. Sin embargo, la causa está en el origen del idioma español, tiempos en los cuales la mujer, ciertamente, era víctima de un feroz encasillamiento. Pero como los años y el olvido todo lo liman, el doble uso ha quedado arraigado dentro del lenguaje mismo, al margen de los estereotipos. O al menos, eso he llegado a pensar. Esto conlleva a que cualquier incriminación deliberada del valor genérico del masculino castellano está basada en una sombra histórica, tan intangible como esquizofrénica. El machismo pasó a ser de ley a costumbre y de costumbre a lo académicamente establecido, perdiendo, durante este inevitable proceso, toda la malicia. Sólo el tiempo dirá si este curioso gobierno venezolano o si aquellos grupos feministas tienen no la razón sino, simplemente, razón.

  6. Creo haberlo comentado antes: el origen de este intento de hacer «justicia» viene del abogado Escarrá que participó en la redacción de ese esperpento: solía representar a los obreros en contratos colectivos y es su marca de fábrica esto de diferenciar obreros de obreras y demas géneros. La verdad que es una necedad que nos hace retroceder y no avanzar.

  7. Así es, Antonio. Cabría preguntarse si para ese feminismo recalcitrante, como lo calificas, no sería más productivo otro tipo de acciones concretas para reducir los perniciosos efectos del machismo (que, por supuesto, existe).

    De acuerdo contigo, Roberto, en la cualidad de sombra histórica que le atribuyes a las actitudes sexistas que debieron originar el uso del masculino como género neutro. El caso no deja de ser peliagudo, pues las activistas del feminismo que defienden la postura del o/a (la distinción de géneros), como estrategia para resguardar a sus adláteres del sexismo machista, terminan incurriendo en sexismo feminista (y yo diría que hasta ridículo) al repudiar todo lo que huela a hombre.

    MB, ¿te refieres al Escarrá que fue primero chavista y ahora es opositor? ¿O al que construye explicaciones racionales a cuanta irracionalidad brota del caldo gubernamental?

    K-2, quizás habría funcionado en una sociedad distinta a las que construyeron las bases de nuestro idioma. Recuerda que, tal como dice Alexis Márquez en la cita que incluyo en mi nota, la gramática recoge la conducta del hablante, no la establece.

    Maléfica, no te extrañe que en algún recodo de nuestro futuro veamos títulos con tales distinciones. Ahora bien, con la tecnología actual no es difícil hacer títulos personalizados en los que se aplique el género correspondiente a cada quien. En este caso, inclusive, creo que es lo más justo. Que tu título dijera «Licenciada Maléfica» en lugar de «Licenciado Maléfica». ¿No sería una buena cosa?

  8. Es un muy buen artículo del cual puedo confesar tenía una decisión medio tomada pero que ahora, leyendo los argumentos, me confieso estar en el medio de las dos aguas.
    Lastima que tus comentarios no acompañaran la objetividad de tu artículo.
    No hay que ser muy inteligentes para saber que en el mundo actual el manejo de los simbolos es vital para cualquier proyecto que pretenda cambiar la sociedad en materia cultural.
    Ciertos cambios no se hacen solo por capricho. En su gran mayoría tiene su razón de ser y su explicación.
    Si bien es cierto que no todo cambio es bueno, cierto es también que ningún status quo sin explicación ni argumentación es bueno.
    Todo tiene una explicación y una razón de ser, la cuestión esta si vale la pena cambiar las cosas que están establecidas

  9. Copio íntegramente un artículo publicado en la sección «Cartas al director» del diario «HOY» de mi localidad. Su autor es Javier Gallego.

    Alambicar el lenguaje
    El otro día me contaron el siguiente acertijo: «Un padre y su hijo sufren un grave accidente de tráfico y son enviados urgentemente al hospital. Allí el padre es enviado a un quirófono en estado de como y el hijo a otro quirófano. Al rato llega el cirujano al quirófono donde se encuentra el hijo y exclama: ¡No puedo intervenir a mi propio hijo!».
    Contado así, al principio puede parecer paradójico, pero a poco que se piense, la solución es fácil: el cirujano es la madre del muchacho. Esto podría considerarse un ejemplo más de cómo las lenguas representan un claro elemento determinante en la concepción de los roles que se atribuyen culturalmente a cada sexo (que no género) en la sociedad, y de cómo la utilización tradicional del género (que no sexo) masculino para englobar la generalidad sirve para anular el hecho diferencial femenino. Y digo que esto podría considerarse un ejemplo, si no me lo hubieran contado en inglés. Resulta que en el idioma inglés, como muchos sabrán, la práctica totalidad de los nombres comunes no varían gramaticalmente entre género femenino y masculino. Es decir, en el caso que nos ocupa, en inglés se utiliza la misma palabra para cirujano que para cirujana. Y si queremos más complicaciones, en alemán, una chica es de género neutro, pero todos los artículos en plural son femeninos. O sea, que un oyente del acertijo en inglés no está mediatizado por el género de la palabra en sí de forma que lo lleve a pensar que el cirujano es un hombre.
    Entonces, ¿será que el pobre idioma en el fondo no es el culpable de las históricas diferencias sociales que existen entre el hombre y la mujer? ¿No se estarán forzando demasiado las maneras con esto del género gramatical de las palabras? Yo confieso que me vuelvo loco cada que intento escribir una carta sin distinatario específico. Que si señores/-as, que si amigo/-a, que si uso la arroba informática, que si vecinos y vecinas. Al fianl, como sigamos hilando tan fino acabaremos hablando y escribiendo un idioma hipercorregido que no va a haber dios o diosa que lo hable.

  10. Excelente forma de tratar la creciente y polarizadora onda feminista que permea hasta en el lenguaje y que, como tú has dicho, predispone a la lucha entre hombres y mujeres, de la misma manera que el machismo y el misoginismo. Saludos desde México. Para más curiosidades del lenguaje visita: http://www.algarabia.com te va a gustar

  11. excelente nota Jorge…..pensaba que yo era al unico que le salia urticaria cada vez que escucho a los «funcionarios» hablar!….una cosa comun que ocurre con estos «justicieros»
    es que quieren enmendar entuertos historicos del pasado, con una mentalidad del siglo XXI….a quien se se le ocurre!!???..
    Venezuela, no es mas un pais, es una Pesadilla!!!….o Pesadillo, depende de quien este soñando en ese momento.

  12. ¡Hola!

    Os dejo unos acertijos para el debate:

    ¿Qué elementos producen la parente paradoja y qué nos impide ver la solución a primera vista?:

    1) “Conseguimos ganar el partido sin que ningún jugador metiera ni un solo gol”, comentaba el equipo en el vestuario. ¿Cómo es posible, si el resultado final fue de 5 a 12?

    2) Pérez tenía un hermano. El hermano de Pérez murió. Pero el hombre que murió nunca tuvo un hermano.

    3) Un padre y su hijo iban en coche cuando, de pronto, el padre perdió el control del vehículo y se estrellaron contra un poste telefónico. El padre murió en el acto: su hijo quedo muy maltrecho y fue llevado rápidamente al hospital, en donde se le apreciaron lesiones importantes que requerían urgente intervención. Fue llamado el equipo médico de guardia y, cuando llegaron a la sala de operaciones a examinar al chico, se oyó una voz diciendo: ¡No puedo operar a este niño, es mi hijo!.

    Por otra parte me gustaría copiar un enlace que creo que explica muy bien la cuestión «sexo/género»: http://www.europarl.europa.eu/transl_es/plataforma/pagina/celter/art1gender.htm

    Y por último decir que comparto la opinión de que resultaría demasiado engorroso emplear un lenguaje como el del ejemplo «â€¦delito flagrante cometido por un o una parlamentario o parlamentaria…»

    ¿Qué solución le damos?

    Un cordial saludo a quienes me lean. (Y salgo por la tangente con el neutro ;-))

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