Este era uno de los sitios de Quito que más ilusión me hacía conocer, desde que recibí la invitación a participar en el encuentro Kipus. La Capilla del Hombre fue el gran proyecto con que concluyó su vida el gran artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. Es un enorme museo enclavado en una colina desde la que se ve la ciudad como desde el cielo.
En su interior, obras del artista enfocadas en la denuncia de todo lo que el hombre hace contra sus semejantes: guerras, racismo, indolencia e injusticias de toda índole. El arte de Guayasamín es rudo, áspero y comprometido, con sus rostros de facciones indígenas y sus dedos crispados de dolor. La capilla resume, en su estructura y en las obras que ofrece al visitante, el pensamiento del artista en torno a estos temas. El sitio, para decirlo en una palabra, abruma.