Cada vez que muere un escritor situado a uno de ambos lados de alguna absurda cortina, pienso en lo vana que ha sido la larga carrera de nuestra especie por llegar hasta donde estamos. Mucha ciencia, mucho Internet, mucho desarrollo y seguimos siendo los mismos guerreros tribales abriendo abismos entre nosotros.
Me lo advierte Juan Pedro en un comentario, y yo lo traigo hasta aquí para destacar su nota de hoy, a manera de despedida al autor de Tres tristes tigres.
¿A dónde irán a parar los libros, discos y películas de Guillermo?.. Él, físicamente, vivió más de la mitad de su vida en Londres, pero quizá no salió nunca de La Habana, con escapadas fulgurantes a Hollywood, Nueva York, incluso París; donde uno de sus mejores amigos, el fotógrafo Néstor Almendros, también murió en el destierro, poco después de presentar su bellísima película sobre el destino de los homosexuales cubanos huidos a Miami o Manhattan.
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