Muere el hombre y nace el mito. Guillermo Cabrera Infante no murió porque “tenía que morirse”, como decía mi abuela, sino a causa de un estafilococo dorado que se apoderó de su cuerpo enfermo en la Chelsea and Westminster, clínica cuyos baños ostentan, en sus paredes, unas muy británicas manchas de excremento.
La denuncia la hizo su viuda, Miriam Gómez, después de recibir los papeles de su infante difunto, pues hasta entonces no tenía cómo saber que la causa de la muerte tenía que ver con la escasa higiene de la clínica. La Razón recoge las palabras de Miriam:
Es el hospital más sucio que he visto en mi vida: las enfermeras no llevan guantes ni mascarillas, hay sangre en las cortinas y las paredes de los baños están llenas de excrementos.
Una nota triste es que ya la pareja había pasado por una situación similar. En 1999, Cabrera Infante contrajo el innombrable coco en la misma clínica. Así que cuando el escritor sufrió su caída y fue trasladado a la Chelsea, su (hoy) viuda se quejó, sin recibir satisfacción. Fue días después —obviamente, ya nada podía hacerse— cuando se admitió el traslado para el hospital Charing Cross.
En la foto que encabeza esta nota, Cabrera Infante almuerza, sentado en el piso, con la siempre agradable compañía femenina, durante una jornada de trabajo voluntario. Seis años después, en 1965, salía definitivamente de Cuba, a donde volverá algún día hecho cenizas.
Ya me lo temía yo, que el camino siempre se corta de alguna manera. Parece que los hospitales ingleses están todavía peor que en los tiempos del viejo Jack. Un saludo.
wao k fuerte, yo k pensaba k los ingleses eran super limpios. espero k la viuda de infante consiga hacer justicia.
soy una admiradora de mi paisano, lamento muchísimo la perdida, y mucho mas siendo por culpa de una negligencia, es lamentable.
el excremento del imperialismo,estilo ingles,se impone en las paredes del hospital. no sera la mierda, del mismo winston, y la hija putisima thacher..?