Esta es una historia irónica, enrevesada y difícil de tragar. Fue Alejandro Lavquén, un poeta chileno que conduce el programa radial De puño y letra, quien me puso en el correo la pista para llegar a ella. Se puede leer completa aquí.
Dinko Pavlov es autor de más de diez libros, el último de los cuales es Para quien se atreva a lanzar la primera piedra, un poemario aparecido el año pasado. También tiene otros poemarios, varios libros de cuentos y dos novelas. No ha de ser, pues, ningún recién llegado.
A principios de 2004, la Municipalidad de Punta Arenas abrió el plazo de recepción de trabajos para la edición de ese año del Concurso de Literatura José Grimaldi Accoto, en el que participó Pavlov. Pero el concurso ha sido bastante accidentado: cuando debía darse a conocer el nombre del ganador, el plazo de recepción fue reabierto.
Finalmente, en enero de este año, le llegó al escritor una comunicación según la cual él era el ganador, pero tenía que esperar hasta abril —específicamente, hasta ayer— para recibir su premio, dos millones de pesos, que en realidad se convierten en un millón pues el millón restante lo destina la Municipalidad para financiar la publicación de alguna obra literaria en el futuro. La nota no aclara si esta obra será de Pavlov o de alguien más.
El miércoles, cuando ya estaba Pavlov a punto de recibir su premio, un tribunal local, para colmo denominado Segundo Juzgado de Letras —no, no es un tribunal para escritores, sino uno donde se llevan casos relacionados con letras de cambio no cobradas—, ordenó a la Municipalidad no entregarle el premio al escritor: el millón de pesos ha sido embargado.
La razón es que Pavlov le debe un dinero —más de tres millones— al comerciante Sergio Kamann Aguilera, quien contrató al abogado Cristián Navarro para efectuar la cobranza. La causa se inició en marzo. Navarro, cuenta la nota, es pariente de su acreedor y funcionario de la Municipalidad. Pavlov presume que ha habido tráfico de información confidencial y, habida cuenta de que estos premios no se pueden embargar, ha decidido tomar acciones legales.
El colofón de esta historia fue el acto de entrega del premio. No hubo la parte en metálico —la Municipalidad tuvo que acatar la orden del tribunal, obviamente—, no estuvieron presentes los concejales y no hubo público. Sólo Pavlov junto con Hugo Barrientos, jefe de gabinete de la Municipalidad, y Emilio Jiménez, el alcalde. No por todo esto iba a dejar Pavlov de leer el discurso que ya había preparado para la ocasión:
…no quiero dejar pasar esta tal vez única oportunidad de estar frente a los señores alcalde y concejales para proponer la creación de un concurso alternativo de poesía dirigido a la juventud.
Es comprensible que, en esta parte, sentado en una oficina con dos funcionarios alrededor —en la foto de La Prensa Austral se nota que uno está arrellanado por allá atrás—, Pavlov interrumpiera su discurso para soltar la risa.
No se si reirme o deprimirme con esta historia, que es un punto a favor del discurso de Roberto Echeto: la pelea por dinero hace sentir que si, es este el que hace la felicidad, tanto que su ausencia no hace meritorio asistir a la entrega de un premio literario, asumiendo que no fue verguenza lo que le dió a la gente que se ausentó.
Enlazado, con tu permiso.
Demasiado buena, por tragi-cómica, esta historia!