Entre todas las cosas maravillosas y extrañas que tiene el mundo, un lugar privilegiado en la escala de mis preferencias lo tiene el humor de Miguel de Unamuno. Un humor inglés muy castizo, si nos atenemos al tópico de lo rebuscado que es el humor inglés.
Todo esto viene a cuento porque estoy terminando una nueva relectura de Niebla, novela deliciosa por los cuatro costados que se niega a sí misma —y he ahí una vez más el humor de don Miguel—, pues en este contexto el término niebla es una deformación del término nivola, que a su vez lo es del término novela.
Niebla fue publicada en 1914 y apenas se hacían pininos para subvertir el orden tradicional de la novela. Explica Augusto, el protagonista, que está escribiendo una novela, y que ésta deberá fluir como se vive, sin un plan, sin una trama predeterminada, y en la que los personajes hablen mucho aunque no digan nada —y la escena, por supuesto, transcurre a través de un prolongado diálogo. Un interlocutor le replica que un libro escrito así «acabará no siendo novela». Y Augusto le dice que en efecto, no será una novela sino una nivola, recordando esta anécdota:
Pues le he oído contar a Manuel Machado, el poeta, el hermano de Antonio, que una vez le llevó a don Eduardo Benoit, para leérselo, un soneto que estaba en alejandrinos o en no sé qué otra forma heterodoxa. Se lo leyó y don Eduardo le dijo: «Pero ¡eso no es soneto..!». «No, señor —le contestó Machado—, no es soneto, es… sonite». Pues así con mi novela, no va a ser novela, sino… ¿cómo dije?, navilo… nebulo, no, no, nivola…
Ya en las primeras páginas don Miguel explica que las grandes penas y alegrías de la vida se diluyen en «una inmensa niebla de pequeños incidentes». El juego con el término niebla se repetirá a lo largo de toda la novela en decenas de acepciones y situaciones diversas.
Aquejado por una pena insoportable, Augusto decidirá más adelante suicidarse. Pero lee un ensayo de Miguel de Unamuno en el que habla, «aunque de pasada», sobre el suicidio, y decide viajar a Salamanca a consultar sus problemas con el escritor, ignorando, por supuesto, que éste es su autor. Y, cuando se entera, tiene lugar uno de los diálogos más exquisitos de la literatura castellana, en que Augusto, personaje de ficción, se rebela contra su creador —quien, para colmo de sus angustias, se muestra displicente y sardónico— en estos términos:
No quiere usted dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir, vivir, vivir, verme, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, serme: ¿conque no lo quiere?, ¿conque he de morir ente de ficción? Pues bien, mi señor creador don Miguel, ¡también usted se morirá, también usted, y se volverá a la nada de que salió..! ¡Dios dejará de soñarle! ¡Se morirá usted, sí, se morirá, aunque no lo quiera; se morirá usted y se morirán todos los que lean mi historia, todos, todos, todos sin quedar uno! ¡Entes de ficción como yo; lo mismo que yo! Se morirán todos, todos, todos. Os lo digo yo, Augusto Pérez, ente ficticio como vosotros, nivolesco lo mismo que vosotros. Porque usted, mi creador, mi don Miguel, no es usted más que otro ente nivolesco, y entes nivolescos sus lectores, lo mismo que yo, que Augusto Pérez, que su víctima…
A esto los críticos le han puesto un nombre horrendo y gaseoso: metaliteratura. Yo prefiero acompañar a Rómulo Gallegos cuando se preguntaba, en boca de (creo) Marisela: «¿Pero por qué todas las cosas tienen que tener un nombre?».
hola… de nuevo visitandote por aqui. Primera vez que oigo de ese libro, vere si lo encuentro por estos lados
Sin nombres… sin mencionarlos … leerte hablar sobre niebla me ha dado ganas de leerla…
Mila, se puede conseguir en Internet, aunque no es fácil acostumbrarse a leer en pantalla.
Imagínate, si eso te fue inspirado por mi nota, ya puedo cerrar esta bitácora y dedicarme a otra cosa. 🙂
Entonces Jorge Gómez Jiménez tendrás que dedicarte a otra cosa porque no volveré a leer tu nota para ver si me inspira lo mismo pero sí, otra no había aquí 😉
siempre tube esta incertidumbre acerca de pq nivola ahora ah despejado en parte mi duda gracias excelente obra
hola, me llamo laetitia, soy belga y tengo que hacer una bibliografia 2ndaria sobre la nivola de Unamuno. No sé si puedes ayudarme… He leido Niebla y es fenomenal, tienen que leerlo!
A mi no me parece para nada, pero nada, nada, «horrendo y gaseoso» este término de «metaliteratura», por el contrario, me fascina. Es la Teoría Literaria quien ha organizado estos conceptos (afortunadamente) y alguna crítica literaria lo toma para intentar explicar mejor lo que sucede en el texto literario (esto logra que el crítico no sea empírico sino riguroso en su estudio. Por supuesto que quien no sedee usarlos porque no se ha adentrado en ellos lo puede hacer, pero creeme que se pierde de muchas maravillas). En Niebla esta metaliteratura es maravillosa, que más bien sería puesta en abismo ya que hay un segundo y tercer relato: la escritura dentro de la escritura. Fascinante.
Saludos
Prueba
esta re linda la nota a mi me sirvio para desarrollar mas todas las dudas que tube sobre la nivola ahora entiendo y veo que miguel unamuno es un grandioso escritor, me encanta leer y dar comentarios en este caso niebla es una nivola muy clara y de temas de actualidad espero que la lean y capten el mensaje cuidense mucho klayi XD
Acabo de ver la película de Más extraño que la ficción, me recordó mucho a Niebla, el autor del guión tuvo que haberla leído. El personaje rogándole a su creador que no lo mate… ¡guau!
Hola!
Sólo quiero hacer una correción acerca de tu nota, no es Augusto el que escribe una novela, la nivola, sino Víctor Goti (el mismo que prologa el libro, según él a petición de Unamuno), comienza a hacerlo cuando se entera de que su esposa Elena está embarazada.
Saludos!