Milan Ivelic Kusanovic nació en Santiago de Chile en 1935. Es profesor de estética, magister en historia del arte y filosofía y crítico de arte. Además, desde 1993 dirige el Museo de Bellas Artes de Chile y, como es de imaginar, se ha visto en problemas a causa del robo de «El torso de Adéle», de Rodin, que con tan buena intención cometiera hace unos días el joven Luis Onfray (quien, por cierto, ha sido suspendido de la Universidad Arcis, donde estudia).
Parece que en los corrillos santiaguinos circuló la especie de que Ivelic renunciaría, a lo que ha respondido, según esta nota, que no es cierto pues no se siente culpable y que, en todo caso, la culpa es de la sociedad chilena por carecer de «conciencia patrimonial»:
Hay falta de conciencia patrimonial en la sociedad chilena. Cada cierto tiempo se organizan recitales de música frente a este museo y al final de la jornada, el público se orina y defeca en el frontis del edificio, entonces ¿por qué nos extraña que dos jóvenes chilenos rayen un inmueble patrimonial en Perú? Si este chico que robó la escultura de Rodin tuviera una conciencia patrimonial, seguro que no lo habría hecho.
Lo cierto es que la cosa luce complicada para Ivelic y sus empleados. Agrega la nota que el Museo de Bellas Artes dispone de vigilancia policial y, además, guardias permanentes y hasta vigilantes voluntarios. Constantemente se elaboran planes para la seguridad de las obras, lo cual, dice Ivelic, puede comprobar con documentos. Sin embargo, el robo —siempre según la nota— se produjo porque a un empleado se le olvidó conectar los sensores de movimiento de la Sala Matta, donde se expone la muestra de Rodin. ¿Olvidarse de los sensores de movimiento en una sala donde se expone una pieza de cuatrocientos mil euros?
Descargar la culpa en el otro es lo normal en nuestros paisillos latinoamericanos. Eso y la tan mentada frase: «tengo documentos que lo comprueban»
Ah! y lo del olvido también es típico, claro qué, si el tal guardia hubiera tenido conciencia patrimonial (aunque sea gusto por su trabajo), tal olvido no habría pasado.
Un abrazo escapado del cuerpo para vos.
No tiene desperdicio este CÍRCULO de BELLAS ARTES:
– Magister director del Museo, mas no responsable de su seguridad.
– Servicio de seguridad, que pasea o duerme, pero no controla.
– Un público aseado, desde la más remota antigüedad se acude a orinar fuera del grupo de la gente. No van a hacerlo en sus mismas sillas.
– Un Patrimonio inmenso que incluye Magister director, guardianes, urinarios, conciertos y supongo que obras. Ahora menos.
– El patrimonio sólo cambió de sitio, ahora pasó al chico.
– Muchos planes de seguridad. Deben considerarse por el número. ¡Qué otra cosa se pudiera intentar si la calidad no se incluye en el patrimonio.
De todas formas, a mí, siendo grave lo del robo, me sale una sonrisa algo más franca que gioconda porque veo una vez más que no hace falta robar el sentido mínimo común.
Además, una cosa es el ARTE y otras las artes de marear.
Un abrazo a todos.
Bogato, tu país es enorme, demasiado enorme como para calificarlo de «paisillo latinoamericano». Claro que supongo que no hablas de extensiones geográficas… En todo caso, sí creo que somos grandes aunque nuestras burocracias me desdigan.
Rafael, a todo eso agrégale un elemento del arte de crear angustias: un magister director, con una carrera alabada por todos, que da clases en cátedras importantísimas y escribe en revistas de altísima reputación, se ve burlado por un chaval de veinte años. Imagino la premura por calmar a la prensa y los desaguisados en que debió de incurrir el pobre don Milan y, ante mi ignorancia sobre la veracidad de sus méritos profesionales, no sé si preocuparme por él o pensar que recibió su merecido. Rodin queda como un zoquete: el verdadero artista en esta historia ha sido el pequeño Onfray.