El derecho a contradecirse

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Me equivoquéIgnoro si esta historia es cierta, pero podría serlo: un periodista le recuerda a Borges una opinión dada por él en una entrevista de diez o quince años antes, completamente opuesta a otra opinión que acababa de darle en el momento. Borges le responde algo como: «Bueno, eso era lo que opinaba entonces. Ahora opino esto».

Y es que uno tiene derecho a contradecirse. Si no que lo diga Juan Gelman, que en 1970 le dijo derechista a Neruda y ayer estaba en La Moneda recibiendo, precisamente, el Premio Neruda. Y claro que hizo referencia al episodio aquél:

Dije que era un derechista y eso fue un grave error. El contexto fue la década de los 60, cuando estallaron revoluciones culturales en no pocos países de Occidente, protagonizadas por jóvenes que exigían la imaginación al poder (…). Mi crítica a su situación política era tan sincera como su «Oda a Stalin» y tan equivocada como su «Oda a Stalin».

La contradicción es una parte vital de nuestra esencia. Aprendemos conforme el tiempo nos brinda la oportunidad de vivir, y con alguna suerte llegamos a darnos cuenta de que en el pasado cometimos equivocaciones.

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10 thoughts on “El derecho a contradecirse

  1. Hola, Jorge. Más nos vale aprender, aunque haya quienes no lo consigan nunca (y quienes se amparen hasta el fin en la hipocresía, como los funcionarios que mencionar en tu otra nota). «Tan sincero y tan equivocado»: lo dicho por Gelman, creo, lo honra, y de rebote al mismo Neruda. Un saludo.

  2. Yo tuve un mal encuentro con Gelman en Madrid. Él andaba vendiendo la idea de que la poesía es la palabra calcinada y se negó a conversar conmigo y me obligó a usar el cuestionario en la entrevista. Solo para él usar el puré que traía preparado. Se lo dije, se arrechó, me arreché y me dijo que lo que pasaba era que mis preguntas ya incluían sus respuestas…. ¿?

  3. Debería haber un sitio dedicado a hacerle seguimiento a las contradicciones, al menos a las públicas, de todo el mundo, seguro que sería interesantísimo. Nosotros, los de ahora, los que no ‘semos’ famosos, las cometemos con mayor frecuencia, si se quiere, sólo que no quedan registradas en reportajes o entrevistas.

    Aparte de eso, con Borges no vale. A él se le debe perdonar cualquier cosa. Era Borges, ni modo. 😉

  4. Quien no tenga una contradicción que arroje la primera controversia. Por suerte las hay, la no-contradicción (o la entropía perfecta) seria la mayor atrocidad. Ahora bien, con respecto a Neruda, poco importa si fue o no derechista (palabra además que puede contener demasiadas significaciones), fue muchas cosas, como tantos otros (Borges entre ellos, como el propio Gelman),o como todos somos. Pero por sobre todas las cosas Neruda fue una liviandad con éxito, espuma de colores, un «bacalao», tal dijera su coterráneo -y muy superior poeta- Vicente Huidobro.

  5. …solo que el derecho a contradiccion n justifica las acciones tomadas en ese momento. Decir «me equivoqué, no habia armas de destruccion masiva» si bien es una afirmacion de aprendizaje, no limpia la responsabilidad moral ni la ignorancia que en época anterior condujo los actos que se encadenan a nuestras opiniones.
    Derecho a contradecirse, si; siempre y cuando se supedite a una obligacion a ser responsable y asumir sus posturas y sus implicaciones.
    Un saludo,
    V.

  6. Es interesante cómo generamos reacciones diversas entre quienes nos conocen. Gelman me ha sido descrito por otros como un pan de Dios, Carmelo tuvo una mala experiencia con él. Cosas similares he leído sobre Neruda. Supongo que a eso se refiere aquella famosa canción: «No soy monedita de oro».

    De acuerdo contigo, Vicente: tengo derecho a contradecirme, pero debo asumir la responsabilidad de mis actos.

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