Andreína Flores Zárraga es periodista y locutora, y mantiene un programa de radio en la ciudad venezolana de Barquisimeto. Entre otras cosas, hablaba de orientación sexual, enfocándose en la formación del niño en su género, la respuesta adecuada para las preguntas precoces —un problema para más de un padre en la actualidad—, el seguimiento de modelos sexuales en el hogar y otros temas. El martes, la emisora en la que trabaja fue multada con 600.000 bolívares por el trabajo que Andreína viene desarrollando.
Surgen las preguntas habituales en estos casos: cuando se prohíbe hablar públicamente del sexo, ¿dejan de existir los embarazos precoces y las enfermedades de transmisión sexual? Entre la libertad de información sobre el sexo y el manifiesto sexismo de muchos de los funcionarios gubernamentales venezolanos —empezando por el presidente Chávez—, ¿qué es más dañino?
Lo ocurrido a Andreína tiene que ver con la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión. Bautizada por los medios como «Ley Mordaza», el gobierno venezolano respondió rebautizándola con el pintoresco mote de «Ley Resorte», con el que figura incluso en el sitio destinado por el gobierno para la difusión de su articulado y de las iniciativas que la rodean.
Sobre el papel, la ley sería una herramienta para garantizar la inserción de productores independientes en los medios. Casos como el de Andreína, sin embargo, dan cuenta de la insensatez en la que progresivamente se inmersa Venezuela. En torno a esto ya han hablado Edén del Vainero Psicosocial, Larry y RomRod. Con toda la energía que pone este gobierno en forjar un pueblo militante que salga a defender su soberanía en caso de una invasión extranjera, al cabo de unos años seremos un país de reprimidos que haremos la guerra y no el amor.
No es nuevo. Siempre ocurre. En Perú o en Venezuela. La estupidez oficial es así de sublevante, de universal.