Aunque endurecida por las circunstancias, doña Bárbara es una mujer con múltiples debilidades. Sus apetitos sexuales, que satisface cuando es necesario, no superan el tamaño de su apetito de poder y de riquezas. A la par que escoge hombres para destruirlos, para «devorarlos», va amasando una fortuna en morocotas de oro oculta en algún lugar que nadie conoce. Y, para asegurar su poder material, le hace creer a la gente, ayudada por los rufianes que trabajan a su servicio, que tiene poderes sobrenaturales.
La aparición de Santos Luzardo la hace recuperar a ratos la lozanía de su feminidad, estropeada en el remoto episodio del Arauca cuando fuera vejada por los bandidos de su padre, y aunque sólo fuera para «devorarlo» se empeña en enamorar a Luzardo. A medida que van siendo inútiles sus esfuerzos y que Luzardo gana terreno, tanto en su intención de hacer prevalecer la ley como en su amor hacia Marisela, doña Bárbara se afirma en el recuerdo de Asdrúbal para percatarse de que ha sido vencida. La simetría implícita en la novela la castiga, pues el amor actúa al principio y al final para convertirla en un ser sufriente, dejando su época triunfal para el largo centro que existe entre ambos extremos y que constituye la sustancia de la trama.
En la estructura de Doña Bárbara, Rómulo Gallegos alcanza la cumbre de su preocupación estética por la simetría formal. A un nivel superficial, por ejemplo, el título de cada capítulo es explicado, o inclusive copiado textualmente, al final del mismo.
Más en lo profundo del ars narrativa galleguiana en sí, las relaciones entre los personajes dibujan una trayectoria cuyas líneas se hallan unidas en los extremos y separadas en el centro: los Barquero y los Luzardo, pese a estar emparentados por la sangre, son enemigos; Lorenzo Barquero empieza a convivir con la aún joven Bárbara —joven pero ya convertida en la devoradora de hombres—, quien le quita su hacienda mediante una trampa y lo manda a vivir a un rancho con la hija de ambos, Marisela; luego, cuando Santos Luzardo regresa al llano, se enfrenta a ella y se enamora de Marisela, cerrando el círculo y anulando las diferencias entre Barqueros y Luzardos cuando doña Bárbara es derrotada y los hatos Altamira y El Miedo vuelven a convertirse, como lo fueron años atrás, en uno solo.
Hoy en día estos manejos no impresionan a muchos, aunque ciertamente siguen utilizándose con mayor o menor suerte. Pero en 1929, cuando Gallegos publicó la novela, la literatura se nutría mucho de la geometría.
No es extraño que el regusto de don Rómulo por lo simétrico se extendiera a su apreciación de la belleza femenina. Es harto conocida la historia de cómo llegó María Félix a interpretar a la devoradora de hombres en la versión que rodaron en 1943 Fernando de Fuentes y Miguel M. Delgado:
El escritor vino a México; el papel de doña Bárbara se le dio a una actriz de teatro; para celebrar el inicio de la filmación se le dio una comida en un conocido restaurante, María se presentó como invitada; al verla entrar Rómulo Gallegos exclamó:
—¡Esa es la doña Bárbara que yo escribí!
Lo demás es historia. María interpretó el personaje de doña Bárbara con tanto éxito que a partir de entonces el pueblo de México, sus amigos y sus fans del extranjero la llaman «La Doña».
La representación de doña Bárbara a cargo de la actriz mexicana fue, en efecto, demoledora: sólo una belleza simétrica y de rasgos fuertes podía interpretar el personaje. En 1975 se repite la historia: José Ignacio Cabrujas escribe el guión de la versión telenovelesca de Doña Bárbara, cuya protagonista sería Marina Baura, una mujer que además de ocupar los sitiales más altos de la actuación venezolana, goza de una belleza a lo María Félix, como se puede apreciar en la foto.
Rómulo Gallegos murió en 1969. Nunca sabremos su opinión sobre las cualidades de Marina Baura para interpretar a doña Bárbara.
Es que la dualidad Doña Barbara/Santos Luzardos es todavia de actualidad en la sicologia del venezolano?
Los nombres de los dos Hatos son tan evocadores…
Si es así, ademas de la simetria, habría complemento.
El lado místico de la novela!
Vaya enfoque que nos das de Doña Bárbara…tan exquisito realmente, como todo lo que tiene spublicado en este blog. Este post puede ser referencia para los que leen Doña Bárbara en Bachillerato y se compran el análisis chimbo que venden en las librerías! Al menos para soltarse por la «simetría»
Saludos!
Magnífico análisis de la novela. Totalmente de acuerdo con Edelweiss acerca de la exquisitez de tus artículos.
Leí «Doña Bárbara» hace unos años, en una edición de Porrúa, de 1975, que compré en la feria del libro antiguo en Sevilla. Las páginas amarillas, la letra pequeña, el texto a dos columnas, no impidieron que me pareciera una novela fascinante. Había leído, algunos años antes, «Doña Perfecta», de Galdós, que me gustó pese a su componente melodramático y su visión esquemática de las ciudades españolas de provincias. No sé en dónde leí que Gallegos se había inspirado en esta novela para construir la suya, y eso despertó mucho mi curiosidad: el eterno enfrentamiento entre civilización y oscurantismo, no en una ciudad sombría de España, sino en la llanura venezolana. Conseguí el libro, lo leí y, como ya dije, me encantó. Doña Bárbara es uno de los grandes caracteres femeninos de la literatura en español.
Luis, Doña Bárbara es una novela maniquea y de caracteres inquebrantables (los buenos nunca escupen en el suelo, los malos nunca te dan agua) porque así lo requería Gallegos para dibujar su interpretación de la realidad y «dar la clase» respecto al enfrentamiento entre civilización y barbarie. A este nivel la literatura se convierte en un juego de simbolismos muy interesante. Y por el esquematismo de tales caracteres, éstos son fácilmente identificables en comportamientos actuales.
Edelweiss, Poéticas, muy agradecido por tan exquisitantes comentarios.
Poéticas: ¡Doña Bárbara a dos columnas! Eso sí que es una rareza editorial. También yo la leí la primera vez en una edición antiquísima de la Biblioteca Popular Venezolana.
perdoname pero no fue yo que escribi el comentario. son cosas de la internet..
la verdadera edelweiss
Doña Bárbara es un aobra que se ha desvirtuado muchas veces, dándole solo un carácter de representación de lo bueno y malo sin matices ni puntos grises , una reprsentación de contenido politicos y/o sociológico; sus personajes se nos muestran de tal manera pero al ver con mas cuidado sus descripciones y sus actuaciones, vemos que en ellos la maldad y la bondad, la pureza y la lujuria, la malicia y la inocencia se mezclan en partes similares, son humanos , sin heroicidades ni perversiones que los hagan encasillables al 100% en sus roles ; donde hay fuerza podemos ver debilidad y claudicación, donde hay bondad podemos ver mezquindad o cálculo, donde hay belleza no deja de estar presente lo feo, lo deforme: Una obra hecha más de ideas de sentimientos, sensaciones y percepciones por ello sigue tan vigente y ha superado los discursos ideológicos en que se ha podido ver encasillada.
Saludos tocayo