¿Qué diantres es esto? Es la cara del Principito de Saint-Exupèry, vista según un impresor pirata que, por las premuras exigidas por su trabajo y quizás por estar muy ocupado borrando toda referencia a la editorial original, no cuidó demasiado que los colores de la portada encajaran unos con otros, lo que en la jerga técnica de los impresores llamamos colores que no registran. Noten cómo la boca y la nariz del Petit Prince muestran un «fantasma» de color amarillo, un poco arriba y a la derecha del anaranjado principal. Noten el mismo efecto en la sombra de los ojos.
Lo destacable de este caso no es que se trate de un libro pirata, pues en Venezuela (y creo que en todo el ámbito de habla hispana) esto es un problema común. Lo destacable es que conseguí el libro, que necesitaba con urgencia una de mis hijas, en una librería legalmente establecida, la misma en la que año a año compro los útiles de mis chamos, y sobre la cual se podría presumir está afiliada a la Cámara Venezolana del Libro, gremio que «representa intereses gremiales de libreros» y otros profesionales relacionados con el mercado editorial, y que lleva adelante una campaña contra la piratería expresada en su Acuerdo Empresarial para la Lucha contra la Reproducción Ilícita de Libros y la Reprografía Ilegal, que data de 2004.
Nomás ayer el Ayuntamiento de Barcelona, en España, empezó a promover una «Ordenanza de Convivencia» que prevé sanciones para piratas pero también para quienes les compren su mercadería, libros o discos entre otras cosas. Es lo que por aquellos lares llaman top manta.
En Venezuela un dispositivo legal como éste se estrellaría contra buena parte de los negocios legalmente establecidos. El problema aquí es gigantesco, pues si se sanciona a quienes comercien o adquieran mercancía pirata, y los precios de la mercancía legal siguen inmutables (o en alza, que es lo más probable), los civiles de a pie terminaremos siendo más brutos y menos divertidos, pues no podremos comprar libros ni discos.
Lo que eleva los precios de los libros son precisamente las libreerías, pues todos los autores del libro (escritor, diseñador, impresor) cobran una bicoca, es la librería la que se queda con la mayor parte. Y sí a eso le añades que venden libros piratas, pues les sale fácil ganarse la marmaja y a nosotros comprar libros. Si el vendedor se quedara con el mismo porcentaje que los autores, los libros serían infinitamnente más accesibles y no se tendrían que comprar piratas.
Colocar un libro en una librería incrementa muchísimo su costo pues se quieren ganar el 40% o el 50 % de lo que costará el libro al consumidor. Es mejor sacar una edición más barata y colocarlo en los buhoneros directamente.
El principito parece un yonki taking a walk on the wild side.
saludos cordiales.
Es un mal que prolifera en toda la región. Simbolo del subdesarrollo y la pobreza de nuestra población. Así como una muestra más de la corrupción imperante en nuestros países latinos gracias a el neoliberalismo y la globalización que profundizó las diferencias creando mas pobres. Pues es tan corrupto el que lo hace como el que lo compra argumentando cualquier motivo.
Pero como todos estamos en la misma, siga la joda, la culpa la tiene el otro.
Los libreros que no venden casi nada son culpables de los precios y que sabe de librería el que opino, sólo mirar las mesas de oferta seguro.
Entonces las distribuidoras tienen la culpa porque intermedian y se llevan su buena tajada y como distribuis un libro entonces.
Otros diran la culpa la tienen las editoriales pues ganan mucho y sale muy caro de su interior. y quien carajo editaría, uno mismo se hace todo…
O mejor el que fabrica el papel acaso lo aumento demasiado.O la tinta.
Saben he descubierto que la culpa de todo la tiene el autor…para que escribió ese libro si se lo van a copiar y lo venderan a un precio vil…