Erin Currier era diseñadora de ropa hasta que se mudó a Taos, una pequeña población de Nuevo México con menos de 30.000 habitantes. Allí, Erin se hizo artista y se especializó en hacer arte con materiales reciclados procedentes de países latinoamericanos o de China, Japón, Tailandia, Nepal, India y otros países.
Junto con la técnica, Erin también encontró su tema: la lucha de los oprimidos. Es toda una delicia ver sus colecciones de madres y mártires, sus retratos de esas misses con las que a diario compartimos nuestras vidas y que nunca estarán en otra pasarela que en la de nuestros afectos, o ver la particular interpretación de Erin mostrando a García Márquez, Neruda y Borges (en la foto) como budas, cada uno acompañado con elementos de las mitologías con que los hemos rodeado.