Los irlandeses están desarrollando una extraña tendencia a disponer que, al morir, sean enterrados con sus teléfonos celulares, según cuenta María Dubón que leyó en The Independent. Claro que los encargados de las funerarias le piden a los deudos que, antes de introducir el teléfono en el féretro, lo pongan en silencio, no sea que a algún despistado se le ocurra llamar al muerto durante el velorio. De paso, también tienen que hacerlo todos los presentes (los vivos, me refiero), aunque sin apagarlo, pues, ¿se imaginan si el muerto no estaba realmente muerto y, al llamar a alguien para que lo saque de la caja, lo atiende la grabadora?
Algo que, puestos a ver, agregaría ribetes interesantes al ya voluminoso repertorio de situaciones estrambóticas que se viven en tales trances.
Según The Independent, la gente siente miedo de ser enterrada viva como un personaje más de Poe:
…el examen más minucioso y las pruebas médicas más rigurosas no logran establecer ninguna diferencia material entre el estado de la víctima y lo que concebimos como muerte absoluta. Por regla general, lo salvan del entierro prematuro sus amigos, que saben que sufría anteriormente de catalepsia, y la consiguiente sospecha, pero sobre todo le salva la ausencia de corrupción. La enfermedad, por fortuna, avanza gradualmente. Las primeras manifestaciones, aunque marcadas, son inequívocas. Los ataques son cada vez más característicos y cada uno dura más que el anterior. En esto reside la mayor seguridad, de cara a evitar la inhumación. El desdichado cuyo primer ataque tuviera la gravedad con que en ocasiones se presenta, sería casi inevitablemente llevado vivo a la tumba.
Pienso que la mejor forma de disponer de los propios restos es ordenar una incineración o donárselos a la ciencia, como hizo Haro Tecglen. Pero si algo llega a pasarme antes de que pueda hacer los arreglos, ni se les ocurra enterrarme con el celular, pues según estos científicos es probable que los tumores en el cerebro estén relacionados con estos aparatos. No quiero ni pensar en salvarme de la tumba para morir seis meses después con un tumor.
En efecto, que nos cremen, y tiren nuestras cenizas al escusado, siempre lo he dicho y luego de leer esto lo ratifico. Recomiendo que el celular No sea tirado al inodoro, por que luego se tapan las cañerías.
Me pregunto cuanto tiempo resistiran sin cargador de bateria.
Un post divertido y con un final humorísticamente negro.
Saludos respetuosos maestro