Opiniones encontradas ha levantado esta iniciativa del Instituto de Cultura de Yucatán (ICY), en México, y que propiciaría el empleo de los bares locales como sitios para presentar libros y desarrollar otras actividades culturales.
La cosa empezó con la presentación de El Santo, de Rafael Ramírez Heredia, quien aplaudió la idea, junto con el periodista José Miguel González Rivero. Sin embargo, no han tardado en aparecer detractores:
Estudiantes del Centro de Educación Artística de Mérida se oponen a este programa y lo hicieron patente con pancartas con la leyenda “¡Alejen el alcohol de los libros!” a las puertas del bar “El lucero del alba” durante la presentación de “El Santo”.
Pueden leer opiniones de ciudadanos yucatecos en este foro del Diario de Yucatán.
Yo aplaudo la idea: buena parte del arte universal se ha forjado en los bares y tabernas del mundo. Todo bautizo de libro u otra actividad literaria termina en uno de estos santuarios de cotidianidad, ¿por qué no incluirlos en los planes de la cultura que se hace llamar seria?
Bueno que los bares y tabernas se envicien de literatura, que mucha literatura tiene sus untos de bares y tabernas.
Me uno a ese aplauso; de alguna manera el arte se cuela entre los vasos, en los brindis, bebe a su antojo, y tarde o temprano termina reventado en una idea preconcebida o las primeras líneas de un verso. ¿Cuántas veces no habrá ido Neruda a borrar el nombre de Matilde de algún sucio mantel, en uno de los tantos tugurios que frecuentaba en Valparaíso? Los hombres de letras son los primeros en llenar las mesas.
Nuestro Andrés Bello, venezolano ilustre, fundador de la Universidad de Chile y redactor del Código Civil en esas tierras sureñas, también se echaba sus palitos. Frecuentaba el mismo lugar siempre. En su honor, bautizaron como «vaina» el ponche que siempre pedía al llegar y como no recordaba bien el nombre, le decía al bartender o mesonero «sírveme una vainita de esas…»
(ver Vaina chilena, ponches)
P.S.: Jorge, te escribí a tu e.mail. Imagino que tendrás como 1000 diarios con el tema de la Antología China. Salúdote.
Así es, Julio. Sólo espero que además dejen fumar.
En efecto, Lina, aunque no es la regla, el arte le debe mucho al licor y otros alucinógenos más o menos benditos. Te escribo por estos días.
Un poema de Hafiz para celebrar las relaciones entre vino y literatura:
Si por acaso mis versos
os parecen desmañados,
pensad que yo, al escribirlos,
estaba todo borracho.
Pero si admiráis las bellas
imágenes de mis cantos,
pensad que yo, al escribirlos,
estaba todo borracho.
También sin estar bebido,
rimé, pero versos malos
me salieron, por no estar,
al escribirlos, borracho.
¡Y así juré no escribir
nada, aunque me sobren ánimos
e inspiración, sin estar
completamente borracho!