La tradición establece que dos profecías intervinieron para que Juana de Arco —o Jehanne Darc, o Jeanne d’Arc— pudiera llegar hasta Carlos VII, el Delfín —un rarísimo título nobiliario que ostentaban los herederos del trono francés, sólo cuando eran hijos del rey vigente. En la primera profecía —prevista por María de Avignon—, una doncella procedente de Orleans salvaría a Francia de la debacle a la que previamente la habría llevado otra mujer, pérfida y destructiva, que Carlos VII creía reconocer en su madre, Isabel de Baviera. En la segunda, prevista por la misma Juana de Arco, el Delfín sería derrotado en su intento por levantar el sitio de Orleans. Cuando ésta fue cumplida, el Delfín supuso que Juana de Arco era la doncella de Orleans a la que se refería la primera profecía.
Poco después Juana de Arco comandaba el ejército francés guiada por voces —que ella atribuía a entidades divinas— a través de una serie de enfrentamientos que devolverían la corona a Carlos VII. Usaba una espada que encontró enterrada tras el altar de la capilla de Santa Catalina, en Fierbois, y a la que llegó con indicaciones que la misma Santa Catalina le había dado en un sueño. Así de extrañas eran las cosas con esta chica, que logró levantar el sitio de Orleans el 7 de mayo de 1429, siempre obediente a los designios divinos que le eran revelados por sus voces.
El 17 de julio se realizó la coronación de Carlos VII y empezaron los problemas para Juana de Arco. Los consejeros del rey, principalmente Georges de la Tremoille y el arzobispo de Reims, lo convencieron de que Juana era un peligro para la corona, a causa de su creciente popularidad como salvadora de Francia. La doncella de Orleans, la guerrera que le había dado la corona a Carlos VII, era enviada a nuevas batallas para mantenerla alejada del trono. El 23 de mayo de 1430, durante una de estas batallas, los franceses leales a Inglaterra, comandados por el duque Felipe de Borgoña, la capturaron y exigieron a Francia un rescate que Carlos VII, ciego por las intrigas de sus consejeros, se negó a pagar. Así, Juana de Arco fue comprada en noviembre de ese año por el duque de Bedford, a un precio de 20.000 libras.
El duque de Bedford encomendó a Pedro de Cauchon, obispo de Beauvais, la realización de un juicio a Juana de Arco por herejía. El juicio, que se extendió desde el 21 de febrero de 1431 hasta casi tres meses después, estuvo amañado de principio a fin. Se la acusó de herejía, de hechicería y de sedición contra el rey de Inglaterra. Sus casi cincuenta jueces eran en realidad los verdugos encargados de tomar venganza por las derrotas que Juana de Arco le había infligido a los ejércitos ingleses.
A pesar de las vejaciones y de la evidente parcialidad del proceso —que no atendió ninguna de las defensas espontáneas que empezaron a aparecer por doquier—, Juana de Arco se mantuvo firme en su creencia: las voces que escuchaba desde los doce años provenían de Dios. El 30 de mayo de 1431 fue enviada a la hoguera, donde murió mirando un crucifijo improvisado que un soldado inglés —temeroso de presenciar la ejecución de una posible santa— construyó con dos maderos.
«¡Mis voces venían de Dios, y todo lo que hice fue por su orden!», gritó. «¡Jesús, Jesús, Jesús!», fue lo último que se la escuchó decir entre las llamas, que, según declararía más tarde el verdugo, habrían consumido todo el cuerpo, salvo el corazón.
Cuando murió, la doncella de Orleans, Juana de Arco, tenía 19 años de edad.
Si yo le contara cuánto fantaseé con esta heroina durante la infancia. Claro que fui un poco veleta, fui de ser Juana de Arco a Tarzán, o al menos su companera.
Una historia que me encanta, perdón por el comentario tan simple querido Maestro
Solo para que NO se tiren el barranco:
Atraido por la interesante historia, se me ocurrio ir de paseo a la ciudad de Orléans.
Parece mas bien la ciudad de New Orleans después del huracan: No hay nada. Aparte del museo de Juana de Arco, por supuesto.
Asi que si no son fans 100%, vacilen las fotos y demas cosas por internet… El museo tampoco vale demasiado la pena!
Saludos,
V.
Paradójico es que junto a Juan de Arco, combatió Gilles de Rays.