En la fauna literaria es fácil comprobar cuán acendrados se encuentran ciertos complejos respecto al oficio que se ha escogido. Supongo que una de las razones más fuertes para la mayoría de esos complejos es la ausencia de una carrera universitaria donde te gradúes de escritor. Con la afición que los seres humanos solemos tener por lo nominal, no es fácil aceptar la validez profesional de alguien que se define como oficiante de algo para lo cual no tuvo que encerrarse cinco años o más en un aula ni tuvo que matarse haciendo pasantías o tesis.
Hace años fui a una reunión social. La mayoría de los hombres asistentes eran ingenieros, colegas del anfitrión, o psicólogos, colegas de la anfitriona. Alguien me presentó a una mujer hermosísima que me preguntó: «¿Ingeniero o psicólogo?». Por entonces yo tenía mi propio complejo y solía responder que era diseñador gráfico —algo para lo que, por añadidura, tampoco me preparé en aulas, pero sonaba más aceptable—, pero me encontraba en plena, digamos, revisión de conciencia. Así que respondí: «Soy escritor». Un estremecimiento recorrió mi columna mientras lo dije. Y volvió a recorrerla cuando la mujer, con actitud de incredulidad, volvió a preguntarme: «Sí, pero me refiero a tu profesión». «Escritor», volví a responder, y dejamos las cosas de ese tamaño.
Una vez superado ese pequeño escollo uno se da cuenta de que entre los escritores hay complejos más… complejos. Conocí a un escritor que, refiriéndose a otro, me decía: «Fulano de tal es narrador, un narrador nato, no de esos que andan escribiendo ensayo o poesía». Lo decía con una agria dosis de desprecio por los narradores-poetas-ensayistas.
Es otro nivel del asunto: soy escritor, pero, ¿qué tipo de escritor soy? ¿En qué tendencia, en qué escuela, en qué género debo enmarcarme? Para algunos —para mí, por poner un caso—, llegar a este nivel de la discusión no es algo serio, pero hay gente que sí piensa así. Dejémoslos tranquilos un rato.
«Pero ser escritor es fácil», me dijo alguien una vez. «Tomas una computadora, tienes una idea, la traduces en palabras». Claro, es sencillito si descartas el trajín de la experiencia, la habilidad que debe aprenderse para evadir las dificultades de la publicación, los debates personales con la propia idea de lo que es escribir y nuestra relación con el mundo. El resultado final, como dice Matthew Pearl, es «una experiencia muy dolorosa, lenta, tediosa y desesperanzadora».
Rafael Ramírez Heredia, autor de Con M de Marilyn y uno de los ganadores, el año pasado, del premio Dashiell Hammett de Novela Negra en la Semana Negra de Gijón, lo pone en estos términos cuando se le pregunta por qué escribe:
Escribo porque no sé hacer otra cosa o no me importa hacer otra cosa. Una manera fácil de decir las cosas es que como no soy dueño de grandes propiedades, ni tengo un cargo público de importancia, ni tampoco soy directivo de una transnacional; y tampoco me interesa, por esa razón escribo. En realidad escribo por seguir tradiciones familiares, por búsquedas, por impulsos personales, por inconsecuencias, angustias, rabias y alegrías: todo eso se concentra en la literatura.
Y podríamos decir igualmente: todo se concentra en la literatura, o al menos es así cuando decides ser escritor.
Entre los caníbales, los más ensañados, son los escritores… Como bien contaste sobre el «escritor» que se ríe del «narrador»… Sin piedad ni simpatía, la habilidad de poner una palabra después de la otra con algo de coherencia, les da el poder espiritual de desmenuzar a otros en su campo…
Siempre recuerdo la frase de cierto escritor (y siempre olvido quién era el susodicho) que decía que escribir era fácil, sólo hay que mirar la página en blanco hasta que se te llene la frente de gotas de sangre. Escribir es un oficio lleno de cansancio, agotamiento y frustración, uno de los oficios que exige con más fuerza un amor incondicional. Espero ver llegar el día en que pueda, como Isabel Allende, llenar una planilla y tener el valor de poner en el renglón de oficio: «Escritora». 😉
Excelente nota, mi pana. Excelente. A dejarse de complejos. Duro!
Acabo de descubrirte por este post y me enganchó, seguiré con el resto. Esdicícil ser escritor y mcho más atreverse a definirse en público -a veces también en privado- como tal.
Muy bien, Jorge. Tremenda nota. Un abrazo.
Yo no puedo cuestionarme escribir, es algo que hago desde que aprendí a hacerlo, nunca paré y amo hacerlo, es más que una vocación, se podría decir que es lo que justifica mi vida. Sin embargo muchas veces al decir que lo que más me gusta hacer es escribir me miran como a un bicho raro o como si hablara de un simple hobbie, un pasatiempo, y yo siento ese cosquilleo de incomodidad.
Es cierto también que yo todavía no puedo vivir de eso pero deseo con toda mi alma poder en algún momento decir que mi profesión es ser escritora. Y lo diría con orgullo, con mucho más orgullo frente a los que me miran extraño.
Me gustó el post, me dejó pensando en muchas cosas, aunque en este momento el sueño me está gobernando y tengo la certeza de estar olvidandome de algo…
Saludos!
Qué va, Luis, al menos en Venezuela yo no he visto caníbales más ensañados que los pintores. Pero es verdad, hay mucha mala intención.
Marianne, la cosa es así: “Escribir es fácil. Todo lo que tienes que hacer es mirar una hoja de papel en blanco hasta que se te formen gotas de sangre en la frente”. Gene Fowler. No es que yo sea un diccionario ambulante, sino que uso Google muy bien. 🙂 Pero gracias por la frase, que está genial. En la misma onda, ¿se acordará alguien del nombre de quien dijo algo como: “si usted puede hacer algo aparte de escribir, entonces no es escritor”?
Gracias, Fed. Durísimo.
Bienvenida entonces, Soledad (que queda hasta poética la bienvenida). Ahora me doy unas vueltas por tu Tecleando.
Gracias, Fósforo. Otro.
Justamente, Aye, ese es el sentido de lo que escribí. Gracias por participar con la experiencia “en vivo”.
Yo no me considero escritor, pero un poco por las broncas y algunos angustias, me puse a escribir y la verdad que encontrar tus comentarios me haresultado todo un aliciente para seguir haciendolo.
Muy interesante tu blog. Un saludo
hola!! me urge saber un dato sobre el libro «Con M de Marilyn», espero que me puedas contestar (por piedad¡)
?qué favor le pide José Baños a Armando Calvo?
muchas gracias
realmente me encantó tu nota, a penas estoy decidiendo que estudiar, y desde que tengo memoria he escrito. Se muy bien el sentimeinto que uno siente al decir que es «escritor», pues me he topado con el momento en que todos llegan a interrogarme cual será mi carrera y me ha costado trabajo responderles. Aún tengo mis dudas, pero sé que si elijo ser escritora seré alguien que lo diga con orgullo.