Los asistentes a la inauguración del Instituto Cervantes de Pekín, realizada el viernes pasado, se comieron páginas del Quijote hechas con harina de trigo e impresas con tinta de calamar, unidas por uno de sus lados con palos de canela y tiras de regaliz. Las páginas imitaban un ejemplar verdadero del Quijote, incluyendo los clásicos grabados de Doré.
El particular convite fue posible gracias a Firo Vázquez, cocinero y artista de Murcia, quien afirmó usar una impresora normal pero intervenida, en la que, para imprimir una oblea buena, se dañan al menos cuatro.
Categoría: Quixote
Después de la bibliofilia y la bibliomanía la bibliofagia… interesante para un lepisma como yo