La decisión del gobierno venezolano de desairar a la XI Feria Internacional del Libro de Bolivia, que había declarado a Venezuela invitado de honor del evento, es —por no perder la elegancia— síntoma de una miopía imperdonable en la concepción del medio editorial. La justificación que dio Ramón Medero, presidente del Centro Nacional del Libro, en una rueda de prensa celebrada ayer en La Paz, es que el libro no puede ser una mercancía y que el gobierno venezolano pretende “trascender al espectáculo”. Y alguna otra frase parecida.
Cualquiera podría preguntarse por qué se esperó tanto tiempo para hacer el anuncio. La feria empezó el miércoles y la designación de Venezuela como invitado de honor se conocía bastante tiempo atrás. Medero pudo aclarar la postura de Venezuela con la suficiente antelación como para que los organizadores del evento tomaran sus previsiones y se ahorraran la calentura. La respuesta es evidente al leer las declaraciones de José Bracho, agregado cultural de Venezuela en Bolivia:
Vimos también que la participación dentro de la Feria se reducía, siendo que nuestra representación trae a más de una decena de intelectuales venezolanos… Venezuela ha traído 25.000 libros de 1.500 títulos para circular en las calles, pero nos dan un espacio muy pequeño para todas esas cajas.
Da la impresión de que la decisión fue tomada de forma improvisada por los jerarcas editoriales criollos cuando vieron frustradas sus expectativas. Si fuera una postura sincera, producto de un análisis concienzudo de lo que implica participar en un evento editorial como invitado de honor, Medero y la decena de intelectuales que llevó consigo simplemente se habrían quedado en Caracas, algo que hubiera estado muy acorde con su posición antimercantilista, pues no creerán que el viaje lo pagaron ellos de su bolsillo…
Ser el país invitado de honor en un evento editorial no es sólo una oportunidad para vender libros, si fuéramos tan ingenuos para admitir que esa fue la verdadera causa del desaire. Una feria internacional es una magnífica oportunidad para que los autores de diversos países entren en contacto y generen iniciativas conjuntas. Se participa en mesas de trabajo, se proponen nuevas ideas, se promueven los valores culturales del país visitante y, claro, se venden libros, algo que también es interesante si eres un escritor que tiene entre sus perspectivas vivir algún día de lo que escribes. ¿No?
Son vergonzosas y torpes las declaraciones formuladas por el Instituto Autónomo Centro Nacional del Libro de Venezuela. He tenido la oportunidad de conseguir buenas lecturas asistiniendo a ferias del libro, donde la publicidad es tambien protagonista…
Pienso como tú que las muestras comeciales de las ferias no son más que pretextos para actividades más trascendentes. Es triste que pasen esas cosas…
Jorge, Medero se expresa de esa manera porque él no es ni autor, ni librero, ni editor, ni nada. Es un burócrata que quiere congraciarse con el jefe para mantenerse en el cargo. Es esta la única razón de fondo de todas las declaraciones públicas que hacen los burócratas de la Venezuela bolivariana. Y por esa mentalidad es que los libros del CONAC se los dan al autor para que los regale. ¿Cómo llega a los verdaderos interesados libros que se regalan? No tienen idea de nada, sólo de permanecer en sus carguitos. Como venezolano aclaro que esa no es la posición de la inmensa mayoría de escritores de Venezuela.
Jorge, hoy escribe Lechín en El Nacional: más pena ajena para nosotros. Qué vaina tener esta gente representando al literatura en el país. Una vagabundería, ni más ni menos.
salud.
Gracias, JC. He puesto aquí una captura de pantalla para quienes no están registrados.