A raíz de los hechos del 11 de septiembre Oriana Fallaci se convirtió en una regadera de hiel. Pletórica del peor racismo —el de ese que te dice “Sí, soy racista, ¿y qué?”—, Oriana la bella, Oriana la escritora y periodista de renombre, parecía estar convencida de que el terrorismo es un asunto cultural, sólo justificable cuando era aplicado por Estados Unidos en esa cosa tan conveniente que la potencia llama “defensa de la libertad”.
Sobre unos africanos se permitió la bella Oriana escribir en La rabia y el orgullo:
Aunque fuesen absolutamente inocentes, aunque entre ellos no haya ninguno que quiera destruir la Torre de Pisa o la Torre de Giotto, ninguno que quiera obligarme a llevar el chador, ninguno que quiera quemarme en la hoguera de una nueva Inquisición, su presencia me alarma. Me produce desazón.
Quizás fue el cáncer —que ayer finalmente la mató— lo que la amargó o quizás fue así de siempre. Mi tocayo uruguayo Jorge Majfud le ha dedicado al tema cuatro artículos en Letralia. En lo personal no deja de sorprenderme que esa mujer y la autora de la Carta a un niño que nunca nació sean la misma persona.
Me miró con tristeza: “Es mejor que se lo diga en seguida. Tiene usted razón. Ya no crece. desde hace por lo menos dos semanas, quizá tres. Ánimo, no hay más remedio. Ha muerto”. No contesté. No hice el menor gesto. No parpadeé siquiera. Me quedé allí como un cuerpo que era piedra y silencio. También mi cerebro era piedra y silencio: no anidaba en él ni un pensamiento, ni una palabra. La única sensación era un peso insoportable en el estómago, un plomo invisible que me aplastaba como si el cielo se me hubiese caído encima sin ruido. En la inmovilidad absoluta, en la falta absoluta de sonidos, sus palabras estallaron con el fragor de un disparo: “Ánimo, levántese. Vístase”. Me levanté y sentí las piernas como de piedra dentro de otra piedra. Tuve que llevar a cabo un esfuerzo sobrehumano para que me obedecieran. Me vestí y escuché mi propia voz preguntando qué debía hacer. Otra voz contestó: “Nada. Él se quedará allí todavía algún tiempo. Después se irá espontáneamente”. Asentí. Entonces, la otra voz amontonó frase sobre frase; un zumbido incesante que me instaba a no desanimarme. Muchos niños se van así porque no son perfectos, porque no están bien formados. ¿Quién quiere traer al mundo niños imperfectos, niños que no estén bien formados? Yo no debía juzgarme y condenarme, no debía reprocharme por culpas que no había cometido. El embarazo propiamente dicho ha de llevarse a término con naturalidad. Ella no estaba de acuerdo con los que obligan a una mujer a quedarse en cama durante meses y meses e impiden que la naturaleza siga su curso. Pagué y la saludé con un gesto de la cabeza. Salí entre dos hileras de panzas hinchadas que se ofrecían provocadoras a mi vientre plano, que encerraba un muerto. Por fin, mi cerebro logró pensar algo: “Ocurrió lo que tenía que ocurrir. Por lo tanto, hay que ser coherentes”. Y la palabra “coherentes” me acompañó hasta el hotel, martilleante, obsesiva: coherentes, coherentes, coherentes. Pero cuando entré en mi habitación y vi la cuna, el carillón y las camisitas de tu ajuar, vomité un prolongado gemido y caí sobre la cama mientras otro gemido se sumaba a aquél, y luego otro, y otro más, hasta que desde las profundidades del cuerpo en que yaces ahora, como un pedacito de carne que ya no importa nada, subió un gran llanto y destrozó la piedra, rompiéndola en mil pedacitos, desmenuzándola, pulverizándola. Lancé un grito y me desmayé.
Para los curiosos, Carta a un niño que nunca nació (.doc, 212 Kb).
No creo que fuera racista. Escribió mucho Oriana durante muchos años, estuvo en primera línea en muchas guerras y barbaridades. Fue seguida e idolatrada por una izquierda que ahora la llama racista y reniega de ella. Creo que quienes así la llaman la leen con ojos sucios. La primera cita que pones está descontextuada pues está tratando la exigencia de los inmigrantes de imponer su cultura en Italia; una cultura ajena al lugar y a la tradición y a la historia. Critica en esas líneas a los políticos que, a cambio de unos votos, lo permiten e incluso alientan. Critica una Italia de mezquitas y no de iglesias, pese a que ella se ha declarado atea y contra la iglesia. Pero no para que haya mezquitas. Ese fragmento comienza cuando habla de que los obreros estadounidenses, mientras recogen los restos de las torres, llevan la bandera de EEUU y se admira de ese pueblo comparándolo con Italia en que las izquierdas portan la bandera roja y no la del país. Habla de resguardar, pese a las inmigraciones, la cultura propia y se asusta cuando ve que a los políticos no les importa siempre que sea a cambio de unos votos, lo cual no ocurre en EEUU donde su Constitución es conocida y cuidada, frente a una Italia donde por el poder (votos) se venden y saltan las leyes.
(Vaya, algo parecido a lo que ha estado haciendo ZP que se salta las leyes cuanto quiere)
La cultura «propia» no existe. Roma la invasora, fue invadida culturalmente por los bárbaros y eso es saludable.
¿Eurocéntrica, xenofóbica? Creo que todos esos epítetos se le aplican y se los ganó con sus actitudes y sus escritos. Lo documentas muy bien con la cita que no opino que esté descontextualizada.
Da lástima ver esas actitutes en una mujer inteligente. Da grima. Da verguenza.
Ya hoy lo he dicho varias veces… valga venir a tu casita para repetirlo: Fallaci fue una periodista arrecha. Compartir o no su visión del mundo post 11-9-01 es otra discusión. Eso no desmerita el altísimo listón que le colocó al trabajo periodístico.
Te dejo aquí en la época de tensión por la guerra de las Malvinas.
A veces las personas parecemos capaces de ser lo mejor y lo peor. Entre esa madre potencial convertida en piedra por el dolor de haber perdido a quien todavía no existía, y esa otra que se declara racista, parece mediar un mundo. Cómo se compagina tanta sensibilidad con tanta insensibilidad y dureza, es un misterio. Y ante ese misterio de su transformación, sólo me queda esperar y desear que los demás no recorramos el mismo camino. Saludos cordiales.
Independientemente de si era o no racista, fue una periodista que dejaba bien clara su posición frente a los sucesos de los cuales escribía, algo que no es muy común en nuestras tierras.
a mi me importa un ovario la religión, me dá igual lo que diga el papa, que diga lo que quiera. PERO IGUALMENTE ME IMPORTA EL OTRO OVARIO LO QUE DIGA UN INDIVIDUO que enmascara a las mujeres, las maltrata, sea o no cultural. Eso si que me importa. Pero ni el papa ni la pepa islámica o transoceánica me dejará de preparar una buena ametralladora contra cualquier dictadura, sea religiosa o mediática.Los imperios se acaban desimperiándolos. Ni papa ni pepa. Ni dios ni alá ni buda ni quien sea, dirigirá la vida de nadie. A POR ELLOS.
UNo de los artículos más jugosos que he leído al respecto…un beso Jorge!
y a la deidad, extreme -al parecer -, que le den la extremeunción, por la tinción fenilpirúvica de sus circunvalaciones.Besos.
Quién es y que le ocurre a Martha Diez. Jorge, esta chica te dejó un comentario en mi blog :
no se quien es :»vuescencia, marianne-xtreme o +ytreme, pero, me parece una pasada por la derecha “extreme” hacer un comentario con nombre de alguien, como lo ha hecho, sin tener los oavarios de hacerlo – si los tiene – privadamente a alguien que su vuescencia pretende es.Si tien algo que decir a Jorge, envíeselo a su correo. No sea tan “extreme” y por lo visto ·dereche”, que haga comentarios en público a alguien que solamente comparte un pc.Comparte poco parece, su deidad.
by marta diez — September 19, 2006 @ 6:12 pm
Estimada martha, hago los comentarios que se me ocurran debidamente identificados, soy fiel lectora de Jorge,gústele a quien le guste.
Saludos
MARIANNEXTREME
ruego disculpen las últimas notas añadidas por mi a esta sitio. Creo ha sido una absurda confusión por mi parte por lo que a Marianne o cualquier otra persona que se haya visto lesionada o mí, reitero mis disculpas y pido se retiren de ese sitio los comentarios.