La farándula literaria ha sacado cuentas y más cuentas por estos días, maravillándose de lo redondos que le han quedado los aniversarios a García Márquez. Cuarenta de esto, veinticinco de aquello, ochenta de lo otro… Y treinta del puñetazo que le dio Vargas Llosa y que le dejó un ojo morado como puede notarse en esta foto. Bueno, no son treinta, sino treinta y uno, pero un año más un año menos…
El incidente ocurrió el 12 de febrero de 1976, y es contado a tres décadas de distancia por Rodrigo Moya, el fotógrafo que inmortalizó el hematoma del Gabo y que ahora ha cedido la imagen a La Jornada:
En una exhibición privada de cine, García Márquez se encontró poco antes del inicio del filme con el escritor peruano. Se dirigió a él con los brazos abierto para el abrazo. ¡Mario..! Fue lo único que alcanzó a decir al saludarlo, porque Vargas Llosa lo recibió con un golpe seco que lo tiró sobre la alfombra con el rostro bañado en sangre. Con una fuerte hemorragia, el ojo cerrado y en estado de shock, Mercedes y amigos del Gabo lo condujeron a su casa en el Pedregal. Se trataba de evitar cualquier escándalo, y el internamiento hospitalario no habría pasado desapercibido. Mercedes me describió el tratamiento de bisteces sobre el ojo, que le había aplicado toda la noche a su vapuleado esposo para absorber la hemorragia. Es que Mario es un celoso estúpido, repitió Mercedes varias veces cuando la sesión fotográfica había devenido charla o chisme.
¿Celoso don Mario? No del Gabo, por cierto, aunque éste fue el que llevó la peor parte. Lean la historia completa —de la que me habló anoche Manuel Lasso en un correo—, que vendría a resolver la poca sustancia que hasta ahora tenía la explicación política del desencuentro entre ambos titanes literarios, y que Moya cierra con mucha gracia:
Guarda las fotos y mándame unas copias, me dijo el Gabo antes de irse. Las guardé 30 años, y ahora que él cumple 80 años, y 40 la primera edición de Cien años de soledad, considero correcta la publicación de este comentario sobre el terrífico encuentro entre dos grandes escritores, uno de izquierda, y otro de contundentes derechazos.