El miércoles la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca montó un fiestón en el teatro Macedonio Alcalá para otorgarle sendos doctorados honoris causa al escritor Sergio Pitol y al artista plástico Francisco Toledo, dos de las figuras más brillantes de la cultura mexicana contemporánea. Fue un lujo de ceremonia, en la que nada menos que Carlos Monsiváis hizo de orador de orden. Sobre los homenajeados dijo Francisco Martínez Neri, rector de la Uabjo:
Francisco Toledo, alma universal de los colores y figuras de una mitología ancestral, la zapoteca, y Sergio Pitol, Premio Cervantes de Literatura, equivalente al Nobel en lengua española. Ellos son dos grandes artífices de nuestra cultura actual, por eso hacer con ellos este acercamiento nos da nombre porque también aspiramos a ser universales.
Toledo es todo un personaje. Además de artista plástico, ha destacado como dirigente social, algo que no olvidó Monsiváis en su intervención, al mencionar su participación el año pasado en las protestas de los docentes y grupos civiles en Oaxaca. Cuando le entregaron la distinción, Toledo agradeció que le dieran un título sin haber estudiado. Esa mañana La Jornada había publicado esta entrevista en la que se preguntaba por qué le hacían tal homenaje un 21 de marzo.
Quizá sea por el inicio de la primavera. Porque si es por el aniversario de Benito Juárez, a mí Juárez me cae gordo. Cuando fue gobernador persiguió a los juchitecos; su hijo fue peor, quemó el pueblo.
El hijo de Juárez al que Toledo se refiere es Benito Juárez Maza, y aunque en la entrevista de La Jornada se explica más o menos de qué va la cosa, en esta nota de Juan María Alponte se profundiza un poco más en el episodio. De cualquier manera, la medalla de oro que, con la efigie de un búho, representa el doctorado honoris causa que la Universidad Benito Juárez acaba de otorgarle a Pitol y a Toledo, fue diseñada por Toledo en persona.