¿A quién sorprende que una revista de la alcurnia de Life cambie el papel por los bytes? Probablemente a algún despistado. Hace diez años habría sido una apuesta impensable, con medio mundo conectándose de formas más disparatadas que eficaces (¿recuerda alguien de la audiencia aquellos manuales para consultar Altavista o descargar archivos de servidores FTP… por correo electrónico?) y modems que tardaban horas enteras en transferir un par de megabytes.
El movimiento que realiza ahora Life es el que tomarán muchas publicaciones por una conjunción de causas:
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Una publicación impresa es una de las empresas más caras que se le puedan ocurrir a alguien. Los insumos que se requieren para hacerla realidad tienen en su mayoría precios exorbitantes.
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Una publicación impresa no puede informar con la misma agilidad que una digital. Si unos científicos encuentran el eslabón perdido un minuto después de que salió la edición, tardarás al menos 24 horas en informar al respecto.
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Hay que empezar a pensar en el papel como un recurso natural no renovable. Eventualmente nos comeremos todos nuestros bosques y usaremos papel reciclado por necesidad, no sólo por quedar bien con el público. Y aun así no hay garantías de que tendremos papel reciclado por siempre.
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La tecnología con que contamos actualmente pone en manos del público una amplia gama de dispositivos para leer publicaciones impresas. Esta tendencia no hará más que crecer y estos dispositivos se ajustarán cada vez mejor a nuestra experiencia milenaria como lectores. Pasará poco tiempo antes de que podamos leer Life nuevamente en el baño.
Pero, por sobre todas las anteriores, la más importante es que en la actualidad sí que existe una masa crítica de usuarios de Internet que justifique un movimiento de esta naturaleza. Ya ni siquiera es válida la objeción de que es ínfimo el porcentaje de lectores con suficientes ingresos para acceder a Internet: a los empresarios de medios simplemente no les interesa tener lectores pobres.
Es interesantísimo comentario, sobre todo por eso de leer en el baño. Yo fuí un coleccionador de Life en español y con sus imágenes preciosas hacía en vacaciones con los primos, unos murales espactaculares, y creo que pueden disfrutarse más aí los textos, las fotografías y la asimilación de los temas por parte de los niños, como por ejemplo los viajes espaciales, aunque se proyectaran por la televisión en blanco y negro, porque sentrse todo el tiempo frente a la pantalla no sólo contamina el cuerpo de radiaciones artificiosas, sino que el cuerpo debe permanecer por lo general en la misma posición, al carecer de la plasticidad del papel. J.
Cuando «Life» nos da la razón y, para más inri, actitudinalmente, pues vaya espaldarazo a nuestros tránsitos por la edición digital.
Javier Miranda-Luque.
Inkless Media Project.
Y en el futuro el libro tambien desaparecera, quedaran solo ejemplares de lujo para adornar las bibliotecas, o quizas vendan fascimiles de libros para llenar los espacios vacios de los libreros. por ello el fenomeno de los blogs. te voy a enlazar en mi pagina para que mis lectores puedan leerte.
Javier, te vas a llenar. Aprovecha, es el momento de Inkless.
Hola Jorge:
Internet es el futuro de las comunicaciones. Por su inmediatez, participación global, la cantidad astronómica de usuarios, la competencia, la información especializada, la libertad de expresión, etc. La tecnología rige el mundo e internet es la tecnología.
Te cuento que en Péru, mi país, vale la tercera parte de un dólar ir a una cabina pública de internet.
Pd: Te he puesto en mis enlaces porque me gustan tus mensajes para discutirlos u opinar.