Al otro lado del charco está causando revuelo la edición de Libros de amor, una recopilación de poemas eróticos del gran Juan Ramón Jiménez preparada por el profesor José Antonio Expósito. El caso es que esos poemas nunca antes habían pasado por una imprenta, y en ellos se descubre el lado carnal del autor de Platero y yo, que, a juzgar por lo que cuenta Expósito en esta entrevista, comprobó aquel tópico de que el amor lo cura todo:
A los 19 años, estaba obsesionado por la idea de la muerte y la neurosis aconsejó ingresarlo en el sanatorio Castel d’Andorte, cerca de Burdeos. En lugar de vivir con el resto de internos del psiquiátrico, el doctor Lalanne le permitió alojarse en su propia casa, donde vivió algunos meses. Mantuvo algunos encuentros con una ayudante de cocina, a la que llamó Francina, pero lo que verdaderamente le inquietó fue la relación que mantuvo con la esposa del doctor, Jean-Marie Roussié, diez años mayor que él.
El bueno de Juan Ramón también se enamoró, mientras estuvo en el sanatorio del Rosario, en Madrid, de varias jóvenes monjas de la orden de la Caridad de Santa Ana. Nunca se sabrá si llegó a acostarse con alguna o algunas de ellas, pero la cosa fue tan evidente que la madre superiora llegó a ordenar el traslado de una de ellas a Barcelona.
La historia termina bien. Los poemas iban a ser publicados en septiembre de 1913, pero un par de meses antes Juan Ramón conoce a la que será su esposa: Zenobia Camprubí. Elegante y reservado tras el flechazo, el poeta retira el libro y posterga su publicación. Hasta nuestros días.