Afuera dicen que este país tiene las mujeres más bellas del mundo. Adentro lo sabemos. Es algo que se evidencia en cada plaza de Venezuela cada día alrededor de las 6 de la tarde: si se fijan bien, en un rincón de la plaza verán a dos o tres tipos con los ojos entrecerrados, mirando en todas direcciones y murmurando cosas. Se trata de una débil pero económica manera de construir harenes en el viento con las mujeres perfectas que salen del trabajo y pueblan por un rato nuestras calles. Maquilladas hasta cuando no es necesario, expertas en el arte de combinar las prendas, sobrias en la apenas perceptible sonrisa cuando se les dedica un piropo fuera de lo común. El tiempo es implacable y ellas lo saben, lo que no les impide soñar en secreto con ser, cual obras de arte, bellas para siempre.
(La foto fue tomada en los alrededores del Complejo Cultural Santos Michelena, en Maracay).
Debo tener unos quince años que no camino por la calle de esa foto que, (si no me equivoco), es la avenida Sucre. Pero el sentido de la orientación es también de una laboriosa nostalgia: a un primer golpe de mirada no pude evitar ver un pedacito de la Maestranza César Girón y su detenida estampa de pastel inmenso e imposible.
Un abrazo.
En el año 2006 me atreví a resquebrajar este mito con todo el dolor que esto le podía acarrear a mi pasaporte, cédula e idiosincrasia, sin embargo era meritorio hacerlo. Si la curiosidad lo hala por un brazo hacer clic acá para que vea mis basamentos: http://latierradelcacao.blogspot.com/2006/05/el-minotauro-icaro-y-la-mujer.html . El post es del año pasado y se titula: «El minotauro, Icaro y la mujer venezolana».
Esa es una de las más crueles luchas que nos toca presenciar: las de la hermosa vanidad de las mujeres contra el tiempo. Lucha cantada de antemano pero que, gracias a los dioses, esas momentáneas resistencias nos suelen regalar momentos celestiales.
En efecto, Mr. Coll, por ahí es la cosa. Son espacios que uno puede caminar hasta de ojos cerrados.
Chiquita, la belleza está en los ojos de quien mira. Las mujeres venezolanas son bellas y las amo (a las de afuera también, pero las nuestras me rodean).
Héctor, como diría Al Pacino: La vanidad, mi pecado preferido.
Hola! Saludes desde Cali, me han llegado las fotos aunque no salgo en ninguna, tengo varias mias ja,ja ademas veo imagenes de Salento, lugar que no pude conocer…
k Interesante lo del besacalles, es de mis cuentos preferidos, me tomare el tiempo para leerlo.
y con respecto a esta nota, me parecio interesante lo de soñar con una belleza eterna, aunque yo prefiero una belleza natural con los años y no aletargar la juventud y la bellezacon ayudas externas…
Por ultimo le dejo alli mi blog, para que revisealo de loque hago…
CIAO
esperono perder el contacto
Mujeres bella, trabajadoras, luchadoras incanzables, claro que hay… y más en Maracay jajajaja.
Ishtar (La maracayera)