«Hacer que una línea comience más adentro que el resto del párrafo» o también «llevar un elemento o ilustración hasta un poco más allá del borde de la página». Claro, estos son los significados en tipografía y artes gráficas, como podrán ver si se dan una vuelta por el Glosario gráfico de Gustavo Sánchez Muñoz, utilísima referencia para quienes trabajan en estas áreas (especialmente desde que en los institutos tecnológicos fabrican salchichas diseñadores gráficos que no saben qué diablos es sangrar).
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Si me permitís una disgresión, me aprovecharé de ese concepto de sangría en el texto virtual.
Hablando en serio, en eso de la correcta ubicación de las palabras, más adentro en la línea o más afuera, no me voy a cotejar con vosotros que sois unos maestros en eso de la edición.
En un tono más figurado, en España estamos en plena campaña preelectoral. Ahora las campañas ya no son como antes, ceñidas a unos pocos días. Ya llevamos meses. Y la campaña no es lo malo, sino las tergiversaciones abusivas pergeñadas con esa excusa.
¿Cómo podríamos aprovechar estas sangrías tan inofensivas para colocar a cada quien en su lugar?
¿Es la política quién debe marcar las ambiciones artísticas?
¿La ubicación política del artista es altruista?
¿Dónde está el lugar del artista?
¿Todo se arregla con el voto?
Como en todas partes sucederá, no nos vendría nada mal una sangría, capaz de configurar un texto-comportamiento de mayor consideración hacia el ciudadano.
¡Buenas campañas a todos!