Hoy leo de pasada una entrevista que le hacen a Luis Antonio de Villena en la que habla de lo que él llama «poemas de mala noche», escritos por gente que no necesita escribir sino tomarse una aspirina. Suena duro don Luis: incluso hace un comentario que puede sonar discriminatorio a las porteras del mundo poético, que debe de haberlas. Pero creo que no se equivoca y, en esencia, lo grueso de lo que dice se puede resumir en una de sus frases:
Estaría bien que al poeta que empieza le pusieran más dificultades.
Es que hemos creado un monstruo. Hoy en día quien se queje de la falta de oportunidades es al menos un despistado. Está Internet, con su ramillete de blogs, portales de autoedición, imprentas por demanda, facebooks y twitters, en los que basta querer decir algo para tener la oportunidad de decirlo. Está, también, el lado oscuro: los concursos y las editoriales que hacen su agosto engañando a miríadas de autores a quienes cobran cierta cantidad para incluirlos en sus flamantes antologías hispanoamericanas, neopoéticas, despampanantes o de cualquier otro adjetivo que se le ocurra al malandro de turno.
Es común ver escritores noveles que creen que su poca experiencia les garantiza ciertos derechos. Confunden edad con capacidad, entendiendo por edad no sólo la cronológica sino también el poco tiempo que llevan escribiendo; ergo, creen que por ser noveles se les perdonará que intenten reescribir los versos más tristes esta noche. Exigen oportunidades y, al mismo tiempo, se ofenden cuando se les exige calidad. Ignoran que la literatura, además de un hecho literario, es un hecho social: hay que mantenerse en contacto permanente con otra gente que te lea o te muestre lo que escribe. Y lo más importante, comprender que las oportunidades (las sustanciosas, las que vienen con carnita) no llegan solas, sino que lo hacen después de mucha lectura y mucho trabajo.
Pero hay gente a la que parece que le asusta leer y trabajar. Es esa misma gente que vive quejándose de los concursos amañados y de los manejos de las editoriales y de las sociedades secretas que deciden quién tendrá éxito y quién no. Sostienen que el Estado debe ayudarlos y demeritan cualquier crítica a su obra con el argumento de que los críticos son una plaga. Concursos, editoriales, sociedades, el papel del Estado y críticos con aliento insecticida son entidades reales, sí, pero nada pueden ante el impulso creador de alguien que ha leído y trabajado lo suficiente como para producir una obra de calidad. Son obstáculos, sí, pero por un lado no son insalvables y, por otro, se es ingenuo si se entra en la vorágine pensando que no los habría.
El problema, creo, es que nos estamos poniendo demasiado blandos. Conforme avanza la cosa, la humanidad va metiéndose cada vez más en un estado de placidez ante el cual todo obstáculo suele verse como una afrenta a los derechos humanos. En la actualidad, Borges no sería un viejo ciego, ni siquiera un anciano invidente, sino un discapacitado visual de la tercera edad. Nos estamos haciendo susceptibles y lo peor es que nos gusta. Vivimos una época muy loca en la que el éxito de cualquiera es considerado producto de una trampa de la que todos los demás somos víctimas. La ambición de la facilidad hace que cualquiera que gane un concurso literario (uno de los legítimos, no de los otros) o logre colarse en el catálogo de una editorial, sea visto como un tramposo y un enemigo. De alguna manera hemos venido creando la ilusión de que las cosas tienen que ser fáciles. Pero nada lo es. Nada.
Comparto 110%. En particular cierta tránsito al blandenguismo en todas las letras, incluido el periodismo. Habrá que ajustar clavijas para la próxima generación. Participo, J.
Descubrir que nada es fácil es algo para lo que sólo se necesita tiempo. Pero viene una generación acostumbrada a la recompensa inmediata. ¿Soportarán la frustración?
De acuerdo, que pereza la quejadera perenne y la elucubración sobre las sectas secretas y los primos que todo lo acumulan. En Colombia es frecuente la queja sobre la «estrechez de los mercados», el nepotismo en las letras y la cultura y la energía dedicada a descifrar los «centros de poder». Algo de razón tienen, pero más vale ponerse las botas o los pantalones o lo que sea.
Convertirse en escritor es un objetivo largo que necesita grandes dosis de paciencia, ilusión infantil, insistencia y humildad. Y sobre todo saber que siempre se puede mejorar, y por eso, estar dispuesto a aprender en todos los pasos del camino.
Hola, Jorge. Te escribo desde el estado Táchira. Soy Raúl Márquez. Me parece fantástico que hayas estado en tierras de Cervantes; yo en agosto estuve también por allá, una aventura fascinante… En mi blog he publicado algunas fotografías junto a algunos textos que escribí bajo el cielo del verano español… Espero pronto compartir contigo. Un abrazo
Totalmente de acuerdo, Jorge. Como he dicho en alguna otra oportunidad, creo que la historia de la literatura se encarga de depurar a los oportunistas y los mediocres, dejando vigentes solamente a los buenos escritores.
Mosca, que leer a Luis Antonio de Villena es medio pavoso…
Estimados amigos:
Los invitamos a visitar un blog de una revista de literatura y humanidades DISCURSIVA, peruana.
saludos,
Discursivos
http://www.discursiva-ed.blogspot.com
Hola, Jorge. Tienes razón, por supuesto… Y temo que ejemplos de esa blandura se van a volver más y más frecuentes al menos en el futuro previsible (y siempre que el colapso de la economía global no desencadene otros, claro).
Estamos otra vez en lo del concurso literario vía blogs (cazadeletras.unam.mx) y, lado a lado con el trabajo de al menos un par de escritores noveles que realmente valen, algunos de los comentarios del público lector son sorprendentes evidencias de las «razones» de aquel monstruo que describiste.
Un abrazo.
PD. El blog ha cambiado de dirección por si quieres re-verlo: http://www.lashistorias.com.mx
¿Pero hay algo más blando que Villena? ¿Que su poesía barata, que sus novelas de folletín? ¿Que su viscosidad y su manera de hacerle la pelota a los poderosos en España?
Tanta sabiduría debería empezar en casa.
De Villena, sólo es rescatable el color de alguna de sus increíbles gafas…
Jorge, comparto plenamente este comentario.
Por un lado, ese monstruo de infinitas cabezas que parece ser Internet, es un espacio abierto; que a la vez nos hace replantearnos el problema de la escritura. Si ya en el siglo XX, con el desarrollo de cuatro siglos de la imprenta, escirbir podía parecer una acto banal. Con Internet esa crítica se agudiza: ¿vale la pena, qué implica, escribir en un mundo donde pareciera haber unos 70 millones de escritores?
Aquí viene la otra parte: el que de verdad se dedica a ello, y trabaja, y lee, estará realizando una labor particular, más allá de que millones publiquen o se autopubliquen.
Tiene razón Villaplana: debería haber más obstáculos. Cuando uno logra acceder a una editorial «de verdad», «presigiosa», «estatal» o lo que sea, es visto con recelo, como vendido. Las miríadas de escritores noveles se quejan, pero igual no se animan a pasar por el tamiz de editoriales grandes. Se quedan en sus pueblos, leyéndose entre sí, lamentándose de los críticos y del mundo que no los comprende. Realmente son una plaga, pero afortunadamente, unaplaga que se destruye a sí misma, así que no hay que preocuparse mucho por ellos.
Saludos.
Estoy de acuerdo completamente, escribir es un acto vital, lleno de laberintos que sólo pueden ser recorridos a medida en que la vida va haciendo de las palabras una experiencia vital. En ese camino, espero estar.
Me he dado cuenta que dentro de poco estará en Colombia en el marco de un Seminario, espero ir a verle.
Un abrazo,
Adriana G.
Creo que el problema está, y ya se ha dicho en comentarios anteriores, en esa urgencia por obtener el éxito, por ser famosos, por ganar dinero. No creo que sea malo que mucha gente quiera ser escritor, ni que internet esté al alcance de todos, ni que se publiquen muchos bodrios. Entre todos esos habrá un porcentaje, aunque sea pequeño, de buenos escritores que de otra forma no podrían haberse dado a conocer.
Yo soy una aprendiz de escritora, no tengo prisa por publicar. El otro día hablando con un amigo comentábamos el tema, antes los oficios se aprendían con el tiempo y con mucha dedicación (aprendiz, oficial, maestro). Hoy todos queremos ser maestros sin hacer ese camino que es el aprendizaje. Sólo leyendo, siendo autocrítico con uno mismo y estando dispuesto a corregir, a esforzarse, a romper más de lo que se guarda; sólo así, quizás, con un poco de suerte y de talento algún día seremos escritores.
Mientras tanto no está mal presentarse a certámenes, tener un blog en internet, o lo que se quiera, pero siempre con la humildad de saber que no somos los únicos ni los mejores. Y, por supuesto, que escribir debe ser un placer, una necesidad, no una forma de ganarse la vida.
Hola
Este artículo tiene punto s en favor y en contra.
Primero no todos tienen la posibilidad de publicar en grandes editoriales ni en pequeñas aunque se empeñen porque si no eres conocido es prácticamente imposible que te publiquen por mucha calidad que tengas.
Segundo. Los concursos son super dificiles de ganar, (los que no están amañados hablo claro) de los otros ni cuento.
Tercer. Señor De Villena lo que dice de la calidad en poesía supongo que Usted no se lo aplica. No hay más que leer sus poemas. Me molesta especialmente este articulo porque cuando hablamos deberíamos de ser más consecuentes con nuestras palabras y nuestros hechos.
Cuarto. Señor De Villena Usted además de ser publicado por una gran editorial también tiene una Web. Claro no un blog, un blog es demasiado poco para sus poemas. ¿Cuestión de elitismo o de sentirse diferente?
Es verdad que hay muchos blogs de poca calidad pero no todo el mundo aspira a tener trono. Muchas veces los blogs se utilizan como forma de relacionarse por internet. Una forma más de relacionarse. Hoy todo el mundo tiene acceso a los medios y eso es realmente bueno. No es solo un lugar para los privilegiados.
Si en algo tiene razón que muchas veces se lanzan poemas sin calidad, sin haber leído lo suficiente , sin haberse dejado la piel antes de mandar un poema a la red. Eso es totalmente cierto. Pero como he indicado anteriormente no todo el mundo aspira al trono.
Señor De Villena lea este poema suyo: Hay montones de poemas así en la red, incluso mejores. No sé a Usted que le parece que esto es para ser publicado.
Fabliau del encuentro
Y abriría la puerta y tú estarías allí,
como el árbol, sin saberlo.
Y diría palabras que no son mármol,
ni tampoco melancolía.
Y de ti quedaría, como en el vaso,
el olor de la rosa,
sus pestañas profundas de belleza abisal
como las esmeraldas,
el fulgor de lejanas estrellas que como agua
relumbran y seducen.
Dicen que no puede ser más, vibrar de palmas,
ojos, susurrar de yerba,
pero basta un dardo, no hay defensa,
lo demás es solo saber
que tú puedes llamas y sol y cáliz de pétalos
en el calor de la noche.
Toma en tu casco toda la luna que puedas,
hasta el beso,
y oscurece, oscurece tu lenguaje.
Y de ti quedaría, como en el vaso, no las
palabras, sino el olor de la rosa.
Es un poema bonito pero blando.
Serñor De Villena. Su articulo está muy bien, pero es lástima que opine Usted así ignorando por completo como funciona el panorama de la poesía en España por ejemplo. Usted los sabe perfectamente entonces… a que viene este artículo.
Un saludo
La facilidad de publicación definitivamente confunde las cosas, pero tiene otro lado que vale la pena reconocer. Democratiza el proceso, abre ventanas y puertas para que otras voces surjan de entre la multitud y ofrece otro medio para que se dé esa socialización a la que te refieres. Los escritores de otros tiempos no entienden esta dinámica porque no es su generación, pero yo soy de los que piensan que saber un poco de estos menesteres informáticos, y de cómo publicarse uno mismo, es una herramienta más para los escritores que se forman en esta época. El público se encargará a largo plazo de filtrar lo que vale o no.