Cristina Peri Rossi no tiene empacho en admitir que se presentó al premio Loewe por dinero. No tiene por qué tenerlo, tampoco. Y además de embolsarse 20 lucas (pero de las grandes, de las que se cuentan en euros), se ha convertido en la primera mujer en obtener este premio. Lo hizo con Playstation, un poemario en el que, dice, están retratadas «la soledad y la desilusión ante las relaciones humanas, de la evolución de la sociedad en un mundo contemporáneo en el que sólo quedan los juegos con máquinas». Un libro que, además, ha definido ella misma como «audaz», porque
camina a contracorriente, es sucio como Bukowski y Ginsberg y rigurosamente urbano. (…) Son poemas dramáticos, pero sin perder nunca el humor. Ahí encuentra la complicidad con el lector, en la mirada realista.
Para los despistados, hace un año Peri Rossi fue despedida de Catalunya Radio por hablar español. A peripecias de esa y otras variedades pareció referirse al decir ayer:
El escritor corre muchos riesgos por estar contra el poder. Además, se le exige una heroicidad que no se pide a otras profesiones.
Se sigue autotitulando «exiliada» después de 20 años de vivir en España y haber adoptado la nacionalidad.
Hace mucho que volvió la democracia a su país, pero parece que a Cristina Peri Rossi le aumenta el raiting mediático seguir ostentándose bajo una definición casposa y ya sin sentido, como el simpático Andrés Neuman boy.
Ayer la heróica Peri Rossi fue juez (de otro concurso, el Torrevieja) y hoy (a cinco días de aquel) es parte (ganadora) de otro, el Loewe. Su ganador de ayer, Jaime Siles, es su dictaminador de hoy.
Algo huele a podrido, pero no en Dinamarca.
Es la ética de los altos ejecutivos de la literatura que se intercambian favores en efectivo.
Que premio tan decadente, el Loewe, qué insulto a la inteligencia de quienes vemos pasar de mano en mano (las mismas de siempre) ese premio.
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