Desde anteayer estoy en Mérida, en los Andes venezolanos, a donde he viajado por invitación de la Universidad de Los Andes para participar en el VIII Encuentro de Investigadores de la Literatura Venezolana y Latinoamericana, que empezó ayer y se extenderá hasta mañana. Justamente será mañana cuando, junto con Héctor, hablaremos sobre literatura en Internet, revistas digitales y nuevas tendencias. Más tarde, Oscar Marcano, Héctor y yo leeremos unos cuentos.
A Oscar le dieron la responsabilidad de dictar la conferencia inaugural en torno a la figura de Adriano González León, en cuyo homenaje se celebra el encuentro. Después de hablar de la obra de Adriano, y especialmente de su relación personal con él, Oscar nos dio un regalo invaluable.
Las grabaciones del programa Contratema, que Adriano mantuvo en el malogrado canal 5 hace más de 25 años, desaparecieron. Sí, una cosa más que este país no supo conservar. El caso es que, a raíz de su muerte, alguien ligado al programa halló varias cintas y con ellas armó un pequeño documental. En ellas no se ve el programa, que era una joya (lamentablemente en aquellos años el canal 5 llegaba a pocos sitios más allá de Caracas y yo nunca pude ver a Adriano en su programa), sino una pequeña selección, de menos de diez minutos, de bloopers y “entrenegros” —lo que ocurre en el estudio mientras pasan los comerciales.
Todo un lujo de video. Adriano humano, lidiando con una camisa que no cierra, con un director con el que no termina de ponerse de acuerdo. Adriano contando chistes o recitando a Neruda con acento maracucho. Adriano arreglándose los anteojos, acicalándose antes de empezar a grabar. El final del video, fulminante: Adriano hablando con los técnicos, diciendo que quisiera poder hablar en cámara como habla con ellos, coño, sin tanto protocolo, pero lo que pasa —concluye— es que uno anda todo el tiempo preparándose para la eternidad.
coño hermanazo y cómo hace uno para ver esa joya. un abrazo,
joaquín
«Esperando que llegara la eternidad
se nos fue la vida».
Carlos Cortés
Suerte en Mérida y saludos a Carolina Lozada.
Saludada, Gustavo.
Joaco, ni idea. Oscar andaba con una copia que le dio la familia de Adriano y no sé si hay autorización para reproducirla…