Si no fuera tan grave, podría considerarse una comedia. En Venezolana de Televisión alguien habla de la manipulación de los medios de comunicación en Venezuela. Una conversación muy apacible, un entrevistado y un entrevistador muy bien vestidos, tranquilos. Aire acondicionado, se adivina. Dan un pase a un periodista que está en alguna parte cubriendo la inauguración de algo. La gente se ve tranquila, los asistentes seguramente comentan asuntos relacionados con el evento o con eso que se está inaugurando.
En otro lugar de Caracas, hay gente que protesta contra la aprobación de la Ley de Educación. Para esto no hay un periodista de medio oficial alguno, pues se trata, como indica la web de VTV, de «infiltrados opositores». No son ciudadanos, son infiltrados, y para peor, son opositores. Los dictámenes sacrosantos no reciben oposición: son atacados por falacias mediáticas.
Quien quiera enterarse de lo que está ocurriendo en Caracas en estos momentos, debe darse una vuelta por las páginas de Twitter de gente como José Blanco Oliver o Américo Orsi Poli, quienes se encuentran en las manifestaciones y están reportando desde allí, fotos incluidas, como esta de Américo con la que encabezo esta nota o estas de la galería de Gabriel Bastidas. Ataques de la policía y de grupos civiles armados, bombas lacrimógenas, perdigones y otras lindezas retratan la verdad desnuda que nos oculta la manipulación de los medios de comunicación en Venezuela.
Y esperemos que no le de por cortar el paso a internet como ocurre en otros paises.
Saludos
La verdad es que si hay algo de manipulación por parte de los medios encargados de llevar una información apegada a la realidad de los hechos. Vistas así, estas imágenes dramáticas nos hablan de una fuerza represora que actúan indiscriminada y parcializadamente en contra de unos supuestos manifestantes pacíficos. La realidad es, y lo digo con conocimiento de causa porque trabajo en las Torres del Silencio y me encontraba al momento de ocurrir los hechos en frente del centro comercial Metro Center, que ambas manifestaciones se encontraban en relativa calma, agitadas, claro está, por consignas y eslóganes que apoyaban o rechazaban el Proyecto de Ley Orgánica de Educación. Esta tensa calma era vigilada por la Policía Metropolitana, encargada de custodiar el Palacio de las Academias, la Asamblea Nacional y los alrededores del centro caraqueño. La concentración opositora, no todos, sin motivo alguno comenzó a lanzar cohetes y fosforitos hacia la Asamblea y a la PM. De pronto, un grupo de aproximadamente unos 6 jóvenes, cuyas edades no superaban los 20 años, jóvenes que hasta hacía pocos momentos flameaban estoicos banderas de Primero Justicia, sin aviso alguno, sin razón, sin siquiera una amenaza previa de parte de la PM, rompieron el cordón de seguridad de la policía y arremetieron de forma irracional contra un policía motorizado, al cual tumbaron de la moto a punta de palo, golpes y patadas. En ese momento la Metropolitana interviene, lógicamente, y comienza a disolver la concentración como órgano de represión que debe velar por mantener el orden y la seguridad públicos. Los jóvenes que agredieron al policía metropolitano, seguramente jóvenes del mal llamado «Movimiento Estudiantil», corrieron a esconderse en el centro comercial Metro Center, llevándose por delante a todos los que en ese momento nos encontrábamos allí en la entrada. Allí intentaron golpear a una compañera de la editorial donde laboro. Y si no hubiese sido porque los medios de comunicación del Estado se encontraban presentes y prácticamente nos abrazamos a ellos, ignoro la suerte que hubiésemos corrido. Por lo tanto, la policía no hizo otra cosa que repeler a quien atacó a una fuerza de seguridad y a unos ciudadanos primero. Hacerse eco de versiones tergiversadas y convenientes, publicar fotos sin el análisis del contexto referencial, en fin, adherirse a una opinión no confirmada y propagarla por los volátiles caminos electrónicos es peligroso. Si eso no se llama manipulación mediática debo entonces desaprender la semántica del español y aprender una que se adapte a las versiones de la «resistencia». A mí nadie me lo contó, yo estaba allí. Saludos George.
Gracias, Jesús, excelente aporte. Aunque veo lamentable ese blackout informativo —término tan en boga— de los medios oficiales. Ni siquiera lo que tú estás explicando fue emitido.
Claro, tienes razón. Los canales del Estado tenían que haber estado allí y difundir la información correcta para que los medios privados no propagaran una muy su versión. Al final casi matan a Sandra, mi compañera de trabajo. Eso es lo grave, que gente inerme y pacífica resultara afectada de parte y parte.
No, chamo. No es «para que los medios privados no propaguen una muy su versión». Es porque smplemente es nuestro derecho como ciudadanos. Algo de «información veraz y oportuna», que llaman. Los medios oficiales, en su extremo cuidado para evitar la difusión de cualquier actividad en la que participe la oposición —así sea cuando ésta no tiene razón—, están incurriendo en ese blackout que tanto critican. Es bueno informar de las payasadas de Zelaya, pero no es bueno informar de lo que está pasando aquí mismo en la esquina.
Y eso es lo que indigna: que alcen esa bandera de veracidad y oportunidad, y hagan las mismas porquerías de las que acusan a los medios privados.
Amigo Jorge, no con regularidad, pero sí cada cierto tiempo, reviso algunas revistas electrónicas de literatura. Las revistas, tanto las impresas como las electrónicas, me perecen un eficaz medio para tener una mirada al menos panorámica de lo que se está escribiendo y de las posibles voces que vendrán en el tradicional formato libro. Letralia es una de las revistas que suelo visitar, pero ahora, después del tecleo de inicio, resulta que nuestra Letralia se me ha presentado más como una revista de esas amarillistas, derechistas y de oposición, una revista politiquera o politiqueada-parcializada, que un medio con una finalidad humanística. Nada que ver con la revista de y para los escritores, Amigo, creo que no le hace nada bien que ahora nuestra Letralia vaya a estar haciéndose eco de la gran farsa mediática, difundiendo falseadas y sesgadas noticias del acontecer político y dando a priori la mirada desde un oposicionismo rancio, resentido. De verdad es una lástima que se vaya a perder esta buena revista. A veces me pregunto quá pasará por la mente de ustedes, por qué tanta minusvalía almática, por qué será que no se aguantan, parecieran siempre como desesperados, es como si tuvieran una taquicardia en todo el cuerpo y quisieran explotar todo. Manchar con su odio las cosas bellas que, a pesar de todo lo que no construyeron, algunas cosas les habían quedado bien. Yo manifiesto mi indignación y mi pesar por esta hasta ayer buena revista de literatura. Igual le deseo suerte en su nueva línea editorial de noticiero afiliado a Globovisión y afines.
Dannybal Reyes Umbría
Dannybal, supongo que estás confundido. Este sitio, donde acabas de escribir tu comentario, es mi blog personal. Aquí difundo desde 2004 mi opinión como ciudadano. Si ésta es contraria a la tuya y te parece que por eso sufro de «minusvalía almática», bueno, no hay problema. Yo tendré mi opinión y tú la tuya.
Pero esto no es Letralia. Letralia está en http://www.letralia.com y su línea editorial sigue siendo tan imparcial como desde que empezamos en 1996. En el tratamiento de las noticias, como podrás ver si das una vuelta por allá, hacemos un trabajo tan imparcial como nos lo permita el acceso a las fuentes. En el caso de la aprobación de la Ley de Educación y las agresiones a los periodistas de la Cadena Capriles, por ejemplo, podrás ver reflejado lo que ocurrió en sendas notas armadas con datos de fuentes oficiales y de fuentes de oposición. El lector dispone así de toda la información que nos es posible recabar para formar su propia opinión.
En cuanto a la creación literaria, Letralia sólo considera aspectos de calidad, no políticos. Para Letralia, y para mí en mi papel de editor, importa menos que cero la militancia política de los autores que se nos acercan para publicar en nuestras páginas. Por ejemplo, textos tuyos fueron publicados en nuestra edición 211. Supongo que recuerdas que jamás se te preguntó tu filiación política. Si esto te parece propio —y te cito— de «una revista politiquera o politiqueada-parcializada» y no de «un medio con una finalidad humanística», hombre, pues explícame bien la cosa y te aseguro que lo consideraré con el mismo respeto que te he manifestado desde que nos conocemos.
Amigo y compañero Jorge, ante todo mis saludos y gracias por responderme.
Hermano, entre otras cosas que he aprendido últimamente sé diferenciar lo que es una revista digital (en este caso http://www.letralia.com) y un blog personal (en este caso tu blog ). Yo leí la susodicha noticia en http://www.Letralia.com, una noticia que no esperaba encontrar allí, por lo cual me pareció fuera de contexto una noticia de ese tipo en Letralia. Y allí originalmente escribí y envié mi desacuerdo. Considero que una revista literaria de y para los escritores y lectores no editaría una reseña sobre un hecho noticioso y notorio de carácter estrictamente político. Un hecho por demás que tiene varias lecturas desde la esquina que quieras verlo. Un hecho que aún las autoridades están por esclarecer y cada vez tiene más aristas que desmienten el entramado grafico-mediático que fue montado por los rancios poderes oligárquicos de los partidos Globovisión y familia. Un hecho del cual los poderes del Estado y el mismo gobierno deploraron y se abrieron averiguaciones. Y por cierto, la cosa no fue como nos la vendieron por televisión. Como sabrás trabajo cerca de donde sucedieron los hechos y tenía una muy panorámica mirada de cómo fueron las cosas. El tratamiento que le das a la noticia, y lo sabes, no es un equivalente exacto de lo que estaba pasando. Te pongo de ejemplo este análisis tuyo:
“En uno de los apartes de su artículo 50, la nueva ley conserva parte del artículo 11 de la anterior, específicamente donde se establece que, ya que los medios de comunicación son instrumentos esenciales en el proceso educativo,
“se prohíbe la publicación y divulgación de impresos u otras formas de comunicación social que produzcan terror en los niños, inciten al odio, a la agresividad, la indisciplina, deformen el lenguaje y atenten contra los sanos valores del pueblo venezolano, la moral y las buenas costumbres”.
La nueva ley extiende este artículo agregando una sanción expresa: “Quienes dirijan medios de comunicación social están obligados a prestar su cooperación a la tarea educativa y ajustar su programación para el logro de los fines y objetivos consagrados en la Constitución y en la presente ley. Se prohíbe la publicación y divulgación de impresos u otras formas de comunicación social que produzcan terror en los niños, inciten al odio, a la agresividad, la indisciplina, deformen el lenguaje y atenten contra los sanos valores del pueblo venezolano, la moral y las buenas costumbres, la salud mental y física de la población, en caso de infracción de éstos, los órganos rectores en materia de educación solicitarán a la autoridad correspondiente la suspensión inmediata de las actividades o publicaciones de que se trate, sin perjuicio de la aplicación de las sanciones contenidas en el ordenamiento jurídico venezolano”
¿Cuáles son esos órganos rectores que tendrán tan amplia capacidad inquisitorial? No queda establecido, como tampoco se garantiza la posibilidad de una defensa contra, por ejemplo, abusos de poder. Las leyes no pueden ser ingenuas, no pueden apostar a que los “órganos rectores” en cualquier materia van a estar siempre en manos de personas honestas pues, cuando dejen de estarlo, la ciudadanía quedará a expensas de arbitrariedades.
¿De verdad crees, mi pana, que este es solo una noticia informativa-imparcial, una verdad verdadera pues, una preocupación que pudiste recoger de los medios de comunicación de los dos modelos ideológicos en conflicto? No, camarada. Esto no es una escritura imparcial. De verdad tienes todo el derecho a opinar lo que quieras y por los medios que quieras, en tu blog personal, en tu casa, en tu trabajo, en la calle. Yo y muchos podemos estar o no en desacuerdo, es tu derecho a pensar distinto. Pero aquí el pero, el bendito pero. http://www.letralia.com es, y así aún lo creo, una revista literaria, y sí, donde privan los criterios de calidad literaria sobre cualquier otro criterio editorial. En la revista que tú diriges es verdad que no pides o preguntas afiliación política. Debe ser por eso que uno ha vuelto y vuelto a Letralia; la recomienda, la comenta, la celebra cuando le dan un reconocimiento, por eso precisamente es mi desacuerdo y crítica sobre la noticia que escribiste en ella. Ese artículo no era, no es, un texto literario, y menos de mediana “calidad literaria”. Explícame tú entonces, mi pana.
Si me tomé la molestia de escribirte es porque me preocupa que se vaya a desvirtuar la visión imparcial de Letralia. Considero que en lo personal tienes derecho a pensar como quieras, pero Letralia que siga en la literatura y no en las noticias.
Gracias por la publicación en Letralia. Varios amigos me llamaron y les gustó leerme en ella.
Dannybal:
Obviamente esa no es una noticia informativa imparcial. Ese es el editorial. Es mi opinión como editor y la opinión del medio.
Editorial: http://www.letralia.com/216/editorial.htm
Noticia 1: http://www.letralia.com/216/0813periodistas.htm
Noticia 2: http://www.letralia.com/216/0815loe.htm
Convendrás conmigo en que tanto el editor como el medio tenemos derecho a una opinión propia y parcial, y de que eso no tendría por qué afectar nuestro trabajo como medio, ni siquiera si nuestra opinión propia y parcial estuviera fundamentada en información falsa. Es nuestro derecho equivocarnos, después de todo.
Ahora bien, que Letralia «siga en la literatura y no en las noticias» no es un dictamen que le corresponda a nadie más que al consejo editorial, y a mí como editor. Como medio independiente, Letralia ha tenido una sección de noticias desde su primera edición en mayo de 1996 (http://www.letralia.com/01). Allí publicamos todo lo que nos parece relevante al ámbito intelectual hispanoparlante, siempre que tengamos acceso a la información y sin importarnos si la noticia va a agradar a los capitostes de la derecha o la izquierda, siempre tan sensibles con la opinión ajena cuando ésta no les favorece.