Otro encuentro interesante ayer en Guadalajara fue la videoconferencia que desde Los Angeles protagonizó Ray Bradbury a partir de las 5 de la tarde, con la moderación de su biógrafo, Sam Weller. El escritor habló allí de ciencia, ficción y ciencia ficción, y hasta se permitió una pequeña nota de optimismo y buen humor:
Bradbury recordó que tiene 89 años «y treinta libros más por escribir». Luego presumió su medalla de Caballero de las Artes y las Letras de Francia y, con humor y alzando la presea, dijo: «Te ordeno que me ames y me permitas vivir por siempre».
Pero lo mejor fue su historia de cómo escribió Fahrenheit 451 en una versión primitiva de los actuales cibercafés. Así lo cuenta La Jornada:
—Para quienes no la conocen, ¿podría hablar un poco de la historia de cuando escribió Fahrenheit 451?
—Había estado casado durante un año, tenía poco dinero, vivíamos en un lugar muy pequeño. Deambulé por la biblioteca de la UCLA, bajé al sótano y busqué. Había 12 máquinas de escribir por 10 centavos podías rentar estas máquinas.
«Me fui a mi casa, tomé una bolsa de monedas, me la llevé a la biblioteca y ponía moneda tras moneda. En nueve días gasté nueve dólares, nueve días escribiendo la primera versión de Fahrenheit. Qué tal, ¿eh?, nueve días para la primera versión».
—Pero, ¿por qué la escribió, qué lo motivó?
—Quise escribir algo para advertir a las personas sobre proteger las bibliotecas, los libros. Yo no estudié en la universidad porque era muy cara, así que toda mi formación la hice en las bibliotecas públicas.
me parece interesante, y la gran motivacion es leer o formarce a uno mismo, en cualquier campo, o en nada es siempre una sola decisión, el resultado hace la diferencia.