La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita. Cambiará el universo pero yo no, pensé con melancólica vanidad.
Borges, El Aleph.
Categoría: PostScriptum
La realidad exige que también mencionemos esto: la vida sigue. Continúa en Cannae y en Borodino, en Kosovo Polie y en Guernica. Hay una estación de gasolina en una pequeña plaza de Jericó, pintura fresca en los bancos del parque de Bila Hora. Las cartas se cruzan entre Pearl Harbor y Hastings, una camioneta pasa debajo del ojo del león de Queronea, y los florecientes huertos cerca de Verdún no pueden escapar al atmosférico frente que se aproxima. Hay tanto Todo que la Nada se esconde casi gentilmente. La música brota de los yates anclados en Accio y las parejas bailan en las cubiertas bañadas por el sol. Hay tantas cosas sucediendo siempre que deben estar pasando en todas partes. Donde no hay ni una sola piedra en pie vemos al Hombre de los Helados rodeado de niños. Donde Hiroshima estuvo Hiroshima está de nuevo, produciendo cosas para el uso de cada dia. Este terrible mundo no está desprovisto de encantos, de las mañanas que hacen inestimables los despertares. La hierba es verde en los campos de Maciejowice, y salpicada de rocío, como es lo normal de la hierba. Quizás todos los campos son campos de batalla, todas las tierras lo son, las que recordamos y las que se han olvidado: los bosques de abedules, cedros, abetos, la blanca nieve, las amarillas arenas, la gris grava, los iridiscentes pantanos, los cañones de negra derrota, donde, en tiempos de crisis, puedes esconderte debajo de un arbusto. ¿Qué moral sacamos de esto? Probablemente ninguna. Sólo la sangre fluye, secándose rápidamente, y, como siempre, unos cuantos rios, unas cuantas nubes. Sobre trágicos pasos de montañas el viento vuela sombreros de cabezas inconscientes y no podemos evitar reír de eso.
Wislawa Szymborska
La eternidad tiene algunos puntos de escape o burbujas, que Eugenio Trías describe como “disonancias” o arritmias. Ahí estamos nosotros en esa zona fronteriza. Pero con la “música propia” que resulta insustituible. Es lo más cercano al misterio a lo que podemos acercarnos, despertando dentro de un sueño. Sigo con palabras de Trías, ¡Soñar es algo extraordinario!, es quizá lo que llamamos ser, vivir, existir.
¡Pero que trompazos recibimos pese a estar en un sueño!
De Yeats entresaco aquello de “Sin duda se aproxima alguna revelación…¡El segundo advenimiento!…Que veinte siglos de pétreo sueño / fueron vejados hasta la pesadilla por una cuna al mecerse”.
Mis disonancias riman en estos momentos con las tuyas Jorge.
Un fuerte abrazo.
Certera esa cita. Hay cosas que nos marcan, como el fierro al ganado en la piel, solo que a nosotros es en el alma. Sabato cita a Vallejo en su «Antes del fin»:
«Hay golpes en la vida tan duros,
golpes como el odio de Dios».
¡Abrazo!
Pues, a mí siempre me ha gustado mucho Borges, pero confieso que el de Wislawa me llegó al alma. Especialmente porque lo escribió ella, en el contexto que todos conocemos. Gracias por traerlo, Furufurino y a Jorge por publicarlo.