La danza tenebrosa de la muerte se llevó por estos días a varios escritores, de los cuales sin duda alguna es José Saramago —con su Premio Nobel— el más conocido. Autor de los llamados comprometidos, Saramago solía servir de masa para las agencias de noticias, tan prolífico en fases redondas —aunque solíamos estar en desacuerdo con algunas de ellas.
Pero sucede que Saramago no fue siempre Saramago; como es natural hubo una época en que era poco feliz y poco documentado. Al ser despedido del Diario de Noticias por razones políticas, el escritor se encerró a escribir Memorial del convento y su vida cambió. Miguel Ángel Flores lo contaba ayer en La doble vida de José Saramago, que además de incluir la historia de esa transición se hace una pregunta interesante:
¿Hubiera podido trascender Saramago si sus novelas no hubieran pasado por el tamiz de la traducción al español? Dada la marginalidad de la lengua portuguesa en el mundo de la cultura, vista la escasa divulgación de un novelista tan notable como Virgilio Ferreira, me temo que la respuesta es negativa. Y este temor lo confirma el hecho de que Mario Lobo Antunes atrae cada vez más lectores desde que se le publicó en español.
Me encantó este breve homenaje. Dejo link en mi próximo Lo mejor de la quincena.
Me recomendaron en http://www.entrelectores.com leer «Las Intermitencias de la Muerte» y pese a no ser uno de lo más recordados de su carrera me encantó la forma en la que trata el tema, con lógica y sin dejarse llevar por los típicos tópicos.
Un grande, sin duda. En estos momentos estoy leyendo «Todos los nombres», y la verdad que demuestra un placer de escritura. Muy bueno el blog!