¿Cuán sorprendente es la noticia de que el colosal Jornal do Brasil ahora sólo circula en Internet? No mucho en realidad, para quienes le vienen siguiendo la pista al desarrollo de la relación entre los medios y la red. Aunque en la actualidad existen ya innumerables medios sólo-Internet, los tradicionales se han resistido al cambio por razones más que fundadas; principalmente, la dificultad que todavía representa para muchos de sus lectores tener que conectarse a Internet para leer las noticias del día. Internet, en muchos ámbitos, sigue siendo un lujo.
«Lula saluda la osadía de Jornal do Brasil 100% digital», titulaba, optimista, la edición del miércoles, la primera que sus lectores debieron ver en Internet en lugar de ir a buscarla en el quiosco de la esquina. No es que haya sido muy osada la medida del diario, pues la ha tomado a la fuerza, obligado por su situación económica: de los 150.000 ejemplares de sus mejores días, su circulación había bajado a 21.000. Y, por supuesto, esto se reflejó en los números, como se explica en esta nota de EFE:
Según versiones de prensa, la deuda del diario asciende a cerca de 800 millones de reales (unos 460 millones de dólares) y la empresa aprovechará el cambio de formato para realizar un significativo recorte en la plantilla, actualmente compuesta por 180 empleados, 60 de ellos en la redacción, que hace una década tenía 240 periodistas. La crisis financiera ya había obligado a los antiguos dueños a alquilarle la marca en 2001 a la Compañía Brasileña de Multimedia (CBM), de propiedad del empresario Nelson Tanure y que controla otros medios. La CBM también había arrendado la marca del diario Gazeta Mercantil, que dejó de circular en 2009 por problemas económicos.
Los costos de producción y distribución que implica sostener un medio impreso no son cualquier cosa. En todo caso es un movimiento que empezaremos a ver con cada vez más frecuencia en los próximos años, y que ha tenido claros avisos en el pasado reciente. Procesos similares, y por razones similares, han transitado ya desde el periódico más antiguo del mundo, el Post-Och Inrikes Tidningar —que en 2006 dejó para siempre el papel— o uno de los más antiguos de Estados Unidos, el Seattle Post-Intelligencer —cuya última edición impresa salió en marzo del año pasado—, hasta el chambón y nada serio Weekly World News —que llegó a tener más de un millón de lectores en los 90 y también dejó el papel en 2007; mientras otros diarios afrontan las dificultades como pueden pero aún sin plantearse —al menos públicamente— el abandono de la edición impresa, como The New York Times —que hipotecó su sede por 225 millones para afrontar una deuda que pasa de los 1.000— o The Miami Herald —que ha pasado por despidos y recortes de gastos.
No deja de ser una ironía el caso del Jornal, dado el acelerado ritmo al que Brasil está acabando con la Amazonia. Yo hablaba el otro día, un poco en broma, del problema de los recursos, pero creo que este es uno de los más serios que afrontaremos en el futuro, pues no veo que exista conciencia del mismo ni, por consiguiente, una estrategia firme que seguir al respecto. Mientras tanto, Internet bulle por todos lados —en especial por el lado de las redes sociales—, descentralizando y multiplicando las fuentes informativas. Son los signos de los tiempos, supongo. Son los mejores tiempos. Son los peores tiempos .