Un hombre sale tarde de un bar y camina por las calles de Tinaco perseguido por un mal presentimiento. Oye, ya a medianoche, las doce campanadas, y se refugia en el supuesto de que otro hombre, el sacristán, se encuentra despierto a unos metros de él. Entonces lo vio.
Alzó los ojos para tratar de verlo en lo alto, donde están las campanas, y lo que vio le heló la sangre. Un hombre inmenso, semejante a un gigantesco muñeco, de largas piernas, que montado en el campanario las estiraba hasta el suelo. Perdió el aliento. No podía hablar, menos gritar, ni dar un paso, tampoco correr. La impresión le dejaba en el pecho un terrible susto cardíaco. Era un ser grandote, delgaducho, fumándose un tabaco tan descomunal como él mismo. Las piernas las bamboleaba de una puerta a otra, en la entrada de la iglesia, y las chocaba, luego, arrancando chispas de candela con sus tobillos y talones.
Esta es la historia del Canillón, uno de los tantos cuentos de espantos que han helado la sangre de generaciones en el llano venezolano. En versión de Juvenal Hernández (Tinaco, 1933), es uno de los relatos que dan cuerpo a El llano en voces: antología de la narrativa fantasmal cojedeña y de otras soledades , una recopilación de Isaías Medina López —un hombre que hasta poeta es— y Duglas Moreno, publicada en 2007 por la Unellez y recogida ahora para contribuir al conocimiento, en Internet, de la espantología venezolana. Entre las firmas reunidas se encuentran Eduardo Mariño, Caupolicán Ovalles, Kotepa Delgado, Mercedes Franco y Erika Schwab, y se incluye hasta un vocabulario de misterios y fantasmas del llano. Contraindicado para leer de noche, solo y en el llano.
Por esta pagina me he enterado que mi cuento ha sido publicado en otro libro. Me alegra mucho, pero tambien me gustaria tener un ejemplar para mi archivo personal. Como sería esto posible. Salgo poco ahora porque mi salud no es muy buena. Puedes conectar me con los autores? Gracias. Un gran saludo, de erika schwab.