En Rumania el número de libros publicados por presos pasó de alrededor de una decena anual a 450 desde 2013. Una ley que ofrecía tres días de perdón por cada dos de dedicación a actividades académicas fue cambiada ese año, y ahora se conceden diez días a quien publique una obra científica, que además debe ser revisada por un profesor universitario y publicada por una editorial.
Al parecer publicar un libro es una de las cosas que se facilitan cuando tienes dinero. La mayoría de quienes se han acogido a esta ley y han logrado reducciones de sus penas son reclusos bajo cargos de corrupción. Como la corrupción no se destruye sino que se transforma, los presos han recurrido a negros para que les escriban sus obras.
El cuento completo lo echa María R. Sahuquillo:
El aumento de publicaciones ha sido tal que hace unos días el Gobierno decidió suspender la ley hasta después del verano. Mientras, la Fiscalía Anticorrupción investiga a varios de los prolíficos autores por fraude. Sospechan que plagiaron a otros autores o pagaron a un negro, explican desde esta institución. Los investigadores hablan, por ejemplo, de libros de 200 páginas escritos en apenas 12 horas. Para un escritor superdotado no es fácil, para alguien entre rejas que debe redactar mayoritariamente a mano y que carece de acceso libre a material de consulta es utópico.
Así, han aparecido cosas con títulos como Alianzas matrimoniales y políticas de los príncipes rumanos en Moldavia, Cómo criar chinchillas o Consideraciones sobre la teoría de Maslow, que como exige la ley han sido revisadas por académicos y publicadas posteriormente por editoriales pero no es posible conseguirlas en librerías, pues en cada caso el autor compra todos los ejemplares, una obvia previsión contra denuncias de plagio.