Es un tema con el que uno siempre anda topándose por ahí: ¿cómo se puede hablar de una literatura nacional? ¿Basta para ello que un puñado de libros de autores nacidos en un mismo entorno geográfico, se refieran a ese entorno? Por supuesto que no.
La incursión más reciente en el tema ha sido de Martín Caparrós, quien está por estos días en México:
La generación del boom (que Fuentes compartió con García Márquez, Vargas Llosa y otros) hizo todo lo posible por crear y difundir el concepto de una literatura latinoamericana y les salió muy bien. Pero si miras sus obras no tienen nada que ver. (…) Tampoco se puede decir que haya una literatura argentina, mexicana o española. ¿Qué quiere decir una literatura nacional? Lo que hay son escritores.
Lo mismo aplica, se sabe, a la literatura en otros sabores. Literatura gay, literatura femenina. ¿Qué quiere decir literatura gay? Una literatura que tiene sexo con literaturas de su mismo género, supongo. Lo que hay son escritores, bien lo ha dicho Caparrós.
A Caparrós lo leí, por cierto, en la Etiqueta Negra 63, de agosto, que me regaló Marco Avilés en Bogotá. La reconocida revista peruana traía en esa edición un dossier de diatribas, obviamente titulado «En contra», en el que Caparrós escribía contra los cronistas:
Yo creo que vale la pena escribir crónicas para cambiar el foco y la manera de lo que se considera «información» —y eso se me hace tan político. Frente a la ideología de los medios, que suponen que hay que ocuparse siempre de lo que les pasa a los ricos famosos poderosos y de los otros sólo cuando los pisa un tren o cuando los ametralla un poli loco o cuando son cuatro millones, la crónica que a mí me interesa trata de pensar el mundo de otra forma —y eso se me hace tan político. Frente a la ideología de los medios, que tratan de imponer ese lenguaje neutro y sin sujeto que los disfraza de purísimos portadores de «la realidad», relato irrefutable, la crónica que a mí me interesa dice yo no para hablar de mí sino para decir aquí hay un sujeto que mira y que cuenta, créanle si quieren pero nunca se crean que eso que dice es «la realidad»: es una de las muchas miradas posibles —y eso se me hace tan político. Frente a la aceptación general de tantas verdades generales, la crónica que a mí me interesa es desconfiada, dudosa, un intento de poner en crisis las certezas —y eso se me hace tan político.
El tema de las literaturas nacionales es añejo y problemático, y concuerdo en que efectivamente, mayor sentido no tiene: hay escritores y listo.
En cuanto a esa Literatura Latinoamericana, no creo que les haya salido bien a los del boom, les resultó el discurso a los europeos y gringos y los del boom aprovechaorn el dinero, que también vale.
Probablemente, si se quisiera señalar distinciones entre literaturas, habría que ver si el idioma, la lengua, es la única que permite establecer diferencias. El «espíritu» de la lengua. ¿Cómo se puede tomar esta posibilidad?
Saludos.