Como ya les había comentado, Después del fin de los libros es el título de la ponencia que leí este fin de semana en el Encuentro Colombo-Venezolano de Escritores, en San Cristóbal. En ella hablo un poco de los vaticinios literario-tecnológicos de Robert Coover, ese reconocido escritor estadounidense que en 1992 hablaba del «fin de los libros» en aquel artículo en The New York Times en el que alababa las virtudes del hipertexto como elemento renovador de la creación literaria. Luego explico un poco las relaciones entre hipertexto y literatura a la luz de las circunstancias contemporáneas —desde Coover hasta hoy han pasado casi veinte años— y termino con algunas reflexiones sobre lo que podría ocurrir después del temible fin de los libros.
Como suele sucederme, apenas empecé a escribir las líneas fluyeron mucho más allá del máximo estipulado en las condiciones del encuentro, así que tuve que leer una versión un poco mocha en la que se omite buena parte de la sustancia del texto. Así que he puesto el artículo completo en mi página personal. Pueden llegar desde aquí y, una vez que vean esa foto milenaria —me la tomé con la primera cámara digital que tuve en mis manos, a finales de los 90—, haciendo click sobre el enlace «Ensayo» y luego sobre «El escritor ante la especie», verán a la derecha, encabezando el índice, el enlace a la ponencia. Claro que también pueden entrar directamente; la descripción de todos esos complicados pasos es una forma de recordarme a mí mismo que debo rehacer mi página personal, tarea que vengo postergando, como verán, desde hace años.
Pues el enlace da error, no se encuentra el archivo dice.
Saludos
Muchas gracias, Marcos, ya está corregido. Uno de esos despistes clásicos.
Pues allí lo leeremos.
Un abrazo
Leido. Los que dicen que el libro desaparecerá es porque no se dan cuenta de que en formato digital o en audio o incluso en un implante en tu cerebro, el libro es las palabras que contiene y esas palabras son lo que alguien ha querido expresar, ni más ni menos. Y eso lo continuará siendo, en un blog, en un e-book o en cualquier otro formato que pueda surgir de la mente y de la necesidad del hombre. Otra cosa es, como dices, que ese libro sea vulgar o maravilloso, en uno u otro formato lo seguirá siendo.
Un abrazo