Ha de ser tremendo llegar a los 99 años con la lucidez de Francisco Ayala. Tan lúcido que conserva el buen humor: ayer, durante la presentación de su libro La invención del Quijote —porque decidió presentar un libro para celebrar su último cumpleaños de dos dígitos—, le decía a la concurrencia, según esta nota de La Razón Digital:
Con esta edad es una insolencia por mi parte estar en el mundo. De modo que perdonen y muchas gracias por consentirlo y aceptarlo y darme su cariño.
Pero dijo también otras cosas. Habló de su edad, por supuesto («se lo debo agradecer a la biología»), y de la celebración de su centenario el año próximo («una celebración póstuma en la que yo no quiero intervenir en nada»), de su vida privada («se me ha reprochado ser secreto (…) soy de muy pocos amigos») y de su amor ya casi centenario por el Quijote («yo, de niño, decía palabras que había leído en El Quijote y en el ambiente pacato de una familia burguesa como la mía sonaban a palabrotas porque nadie sabía qué significaba, ni siquiera yo»). Pero también tocó el tema de la conciencia del escritor:
El compromiso del escritor debe ser con la verdad, ya sea una verdad insinuada o una verdad con mantillas. Generalmente los escritores tendemos a hablar por señas. Un escritor tiene que cumplir con los mismos compromisos que cualquier otra persona, lo único es que debe tener la conciencia un poco alerta. Yo he escrito lo que he tenido que escribir de política, pero nunca la he mezclado con la creación literaria, que, como por ejemplo la poesía, brota de un impulso estético, de un compromiso no con la sociedad, sino con uno mismo. No tengo una predilección especial por un libro determinado. La verdad es que nunca he publicado nada que no creyera que fuera el máximo de lo que podía producir. Yo creo que he cumplido con el programa que un día me pude trazar para llevar sobre el papel.
La invención del Quijote es una recopilación de conferencias que sobre el Caballero de la Triste Figura ha dictado Ayala en los últimos años.
Fernando Ayala, el gran insolente, yo estoy totalmente de acuerdo con su comentario, pero que siga viviendo y sonriendo.
un saludo
Que coincidencia. Hace un par de meses leí una extensa nota sobre el en una edición dominical del diario «El Pais» de España en la que Ayala contaba sobre su vida entre libros, aquellos con los que creció en la biblioteca familia, los que perdió, los que recuperó… Sobre su madre, pintora aficionada; sobre la tan temprana edad en la que empezó a leer y leía lo que le cayera en las manos; los problemas en que se metía por decir algunas «palabrotas» aprendidas en bajos tales como El Quijote, etc. Mientras tanto yo, cuanto más leía más se me caía la quijada… El señor, con sus pies al borde del centenario, tiene una mente más lúcida que la mia en mis todavía tempranos cuarenta.
De admirar y envidiar.
Luis
Gran sentido del humor, pero en parte, gran consideración de su propia vida. Por cierto, que creo que no ha sido valorado en su justa medida este señor. Porque tiene unos ensayos… que son divinos.