En 1974 el artista Andrew Warhola, mejor conocido como Andy Warhol, mudó su estudio de Union Square West a Broadway. Durante la mudanza salieron a relucir varias cajas con contenido aparentemente insignificante: correspondencia, fotografías, regalos y otros objetos que le iba robando a su vida diaria. Para el momento de su muerte en 1987, había completado unas 600 cajas, que no eran otra cosa que cápsulas del tiempo. Sobre esto escribió:
Lo que deberías hacer es tomar una caja cada mes, guardar de todo en ella y cerrarla al término del mes. Deberías mantenerte al tanto de su ubicación, pero si se te hace imposible y la pierdes, no hay problema, porque es algo menos en qué pensar, un alivio para tu mente… Yo empecé con baúles y muebles curiosos, pero luego consideré algo más económico y empecé a guardarlo todo en cajas marrones, todas del mismo tamaño.
La mayoría de los objetos que contienen estas cápsulas son los que ustedes o yo podríamos haber guardado. Revistas (ya amarillas), recortes de prensa, fotografías de desconocidos y alguna propia (hay una del mismo Warhol siendo subido a una ambulancia), recibos, sobres, revistas de comics, cartas. Todo intrascendente a no ser porque perteneció a Warhol, pues es sabido que a través de los objetos cotidianos de alguien se puede comenzar a delinear un mapa de su personalidad.
El Museo Warhol de Pittsburgh conserva desde 1994 las 600 cajas. Ahora podemos curiosear en la vida diaria de Warhol a través de algunos de los objetos, en esta exposición en línea.
En mi caja también se puede registrar. Tampoco hay gran cosa, pero la quiero. Jejejeje.
Saludos, maestro.