Confieso que cuando fui al cine a ver 21 gramos mi interés principal era escuchar a Sean Penn citando a Eugenio Montejo. De acuerdo, me pareció una gran película, pero esa escena específica fue una experiencia enriquecedora. Por un lado estaba la sensación como de halago indirecto que lo embarga a uno porque nombran a un tipo que es venezolano y escritor. Pero por el otro las reacciones del público eran para hacer otra película: algunos aplaudían, los más despistados —los que no sabían que en la película se mencionaba a uno de los nuestros— le preguntaban al acompañante de turno si habían oído bien, si en realidad Sean Penn había hablado de un venezolano.
Sospecho que lo mismo ocurrió en Perú cuando Danilo Sánchez Lihón contó aquello sobre Einstein citando a Vallejo. La nota es algo incierta, al menos en lo que respecta a mis limitadas entendederas. El poema de Vallejo se llama «Los dados eternos» y la parte que Einstein habría citado dice:
la tierra es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura
El caso es que yo no le veo lo científico por ningún lado. Pero bueno, cabe la posibilidad de que Sánchez Lihón haya explicado con detalles su punto y al periodista se le haya olvidado incluir algún dato esencial (algún error de redacción posterior me lleva a pensar esto). Los curiosos vayan a leer una transcripción del poema completo.
Sánchez Lihón también dice que Vallejo sólo podía haber nacido en Santiago de Chuco, «porque él es una conjunción biológica y telúrica, en él se juntan culturas, eclosiones de la naturaleza y energía fundamentales que reúne su pueblo, con su paisaje, espiritualidad, solidaridad, hospitalidad y fraternidad». Y digo yo: no hay elucubración más económica que la del determinismo, pues no existe manera de demostrar lo contrario. A mi manera de ver, Vallejo pudo haber nacido en cualquier parte del mundo. Nació en Santiago de Chuco y bueno, eso nada especial significa, aparte de que nació en Santiago de Chuco. Por muchas conjunciones peripatéticas que se le quieran atribuir al hecho.
Una nota más: hace unos años una amiga que milita en un partido político me confesó que estaba abrumada por la tarea que le habían encomendado. Ella era la encargada de captar nuevos militantes en el sector donde vive. Recordando las ideas de un viejo amigo que daba unos cursos extrañísimos de ergonomía, le dije que su problema se resolvía simplemente creando en los potenciales militantes la necesidad de militar en el partido. Y apelé a una referencia poética: «Táctica y estrategia», de Mario Benedetti. Mi amiga usó entonces ese poema como base para un proyecto que, según supe hace poco, aún se desarrolla con algún éxito (claro que, tal como está la política en Venezuela, no se puede esperar demasiado).
Mis saludos Jorge.
Sobre el tema de que «Vallejo sólo podía haber nacido en Santiago de Chuco», además de ser una clara expresión con fin demagógico, yo entendí al leer la declaración que su entorno lo ayudó a crear su poesía, quizás insipirándolo. Por eso, si hubiera nacido en otro lado, no sería «EL» César Vallejo que conocemos. Si esto no fue su intención pues entonces coincido contigo. De cualquier modo es algo bastante traído de los pelos…
Hace pocos meses, cuando la Universidad de Carabobo concedió un doctorado honoris causa a Eugenio Montejo, en Cine Arte Patio Trigal, en Valencia, fue hermoso ver la transmisión del fragmento de 21 gramos donde Sean Penn cita a Montejo, y tener al propio maestro Montejo allí entregándonos su poesía en su propia voz. Sólo quería compartirlo con ustedes. Saludos, Jorge, y gracias por hacer que volviera a mi memoria ese recuerdo.
Julián, justamente ese es el sentido de la nulidad expresada por Sánchez Lihón. Y justamente es el punto que critico: ¿no es obvio? Todos somos únicos y todos fuimos forjados por nuestro entorno. Es lógico que César Vallejo no sería el César Vallejo que conocemos si hubiera nacido, digamos, en Lima, en Cagua o en la Cochinchina: sería alguien más y no habríamos conocido al César Vallejo que conocemos. Es como si Sánchez Lihón hubiera dicho: «si hoy no fuera 28 de abril, sería otro día».
Marianne, qué envidia. 🙂
Obviamente es un comentario de color para que la gente de ese lugar sienta más orgullo.
Independientemente de que Einstein haya citado o no a Vallejo, o de que Vallejo haya leído a Einstein, lo que pueden ser especulaciones, hay que ver más allá y aclarar que:
a) un científico no lee necesariamente sólo ciencia;
b) un científico no reproduce sólo ciencia en su discurso;
c) ni la forma ni la intencionalidad de un poema suelen ser científicas;
d) el poeta puede y debe considerar la ciencia dentro de sus posibilidades creativas;
e) el científico puede y debe considerar la poiesis dentro de sus especulaciones;
f) ¿acaso no hay imágenes metafóricas dentro del discurso de los científicos; ¿acaso no fue un hombre de ciencia quien, contraponiendo azar y causalidad en su explicación del origen del universo, dijo que Dios no juega a los dados con el universo…?
g) Y para colmo: ¡cuánto concuerda la estrofa de Vallejo con los planteamientos de la ciencia! ¿Podríamos leerla de nuevo?
“la tierra es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura…”
Bueno, siempre hemos sido orgullosos con lo venezolano…
Recuerdo hace como 20 anos que aparecia una modelo venezolana en uno de los James Bond con Timothy Dalton. Ella solo paseaba en bikini por la piscina y luego le daba un trago. Eso causo sensacion absoluta entre los espectadores… Luego, en una de esas ocasiones que estuve en los USA, escuché a un venezolano explicar: soy de Venezuela! You don’t know Venezuela? Pero si una de nuestras modelos sale en el ultimo 007! (Atras, en bikini y haciendo de extra, no lo menciono).
Me habría gustado que incluyeran la referencia a las circunstancias en las cuales Einstein citó este poema de Vallejo.
En todo caso, me sorprende dado que fue Einstein quien dijo «God does not play dices» («Dios no juega a los dados») para sintetizar su desacuerdo con el principio de incertidumbre formulado por Heisenberg.