El viernes el Ayuntamiento de Cádiz le concedió al poeta Carlos Edmundo de Ory la distinción de Hijo Predilecto de la Ciudad. Ante una multitud de jóvenes poetas y lectores, De Ory desplegó un rosario de lecciones para el buen leer y el buen ser:
Yo no tengo mérito por escribir poemas, porque la poesía está en el mundo, en la naturaleza, y el poeta es solamente quien es capaz de sentirla y disfrutarla, identificarse con ella. Por qué yo lo hago es un misterio para mí. Me ha tocado ser poeta pero eso no es una suerte, es un deber.
Y más:
El poeta debe matar el ego, porque también es poeta el que lee poesía y la disfruta, igual que quien come con gusto una manzana pertenece ya también al manzano.
¡Qué útil y económico resultaría que tales consejos fueran asimilados y puestos en práctica por tanto poeta ilegible que se empeña en ostentar honores a los que sus letras no están en capacidad de arribar!