La mayor coincidencia entre Cervantes y Shakespeare no fue, como se suele afirmar, el que hayan muerto el mismo día, pues esto no sucedió exactamente así. España había adoptado el calendario gregoriano en 1582, pero Gran Bretaña mantendría el calendario juliano hasta 1752, por lo que el 23 de abril de 1616 de España era el 13 de abril de 1616 en Gran Bretaña. Shakespeare moriría, en realidad, hacia el 2 de mayo, aunque para el calendario juliano usado por sus lares era aún el 23 de abril.
Sin embargo, para los cazadores de casualidades Cervantes y Shakespeare son una mina. Vamos, que no tanto como Lincoln y Kennedy, pero alguna carne se consigue: Shakespeare escribe Otelo y Cervantes escribe El celoso extremeño, ambas sobre el tema de los celos; Shakespeare escribe Noche de Reyes y Cervantes escribe El gallardo español, ambas sobre una mujer que se disfraza de hombre; Cervantes escribió La española inglesa, cuya protagonista lleva por nombre Isabela, en alusión a la Reina Isabel de Inglaterra.
El descubrimiento de los originales de una obra de teatro escrita por Shakespeare sobre uno de los personajes del Quijote es la guinda más reciente sobre este tema. Se trata de Cardenio, personaje que aparece en el 24º capítulo de la primera parte de la obra de Cervantes (en la gráfica es el que lanza los golpes). Shakespeare leyó el Quijote en la novísima traducción al inglés publicada en 1612 por John Shelton, e inmediatamente se puso manos a la obra —nunca mejor dicho— escribiendo Cardenio junto a John Fletcher. La obra se estrenaría al año siguiente, pero a raíz de un incendio que meses después devoraría el londinense Teatro Globe, se daría por perdida hasta ahora, cuando la Royal Shakespeare Company ha logrado autentificar una de sus versiones.
Por cierto que investigando sobre el tema doy con el Wiki Jote de La Mancha, que intenta producir una paráfrasis del Quijote, y que empieza así:
En un pueblo de La Mancha, cuyo nombre no voy a recordar ahora, vivía, no hace mucho tiempo, un hidalgo de los que tienen la lanza guardada, un escudo antiguo, un caballo flaco y malo y un galgo corredor.
Aunque no veo la necesidad de cambiar aquel poético “de cuyo nombre no quiero acordarme”, en mi opinión una de las imágenes más bellas de la literatura pues supedita la memoria a la conciencia del narrador —léase, sin embargo, el trabajo de Alfredo Baras Escolá sobre este tema—, no deja de ser una propuesta interesante.
Es un gusto grande pasar y leerte.
No acoto nada soy de Letras, sólo que comparto.
Un abrazo
Coincidencias. Hace poco leí un libro que las buscaba entre Einstein y Picasso. Y es que entre genios, es fácil, se alimentan en un lugar común.
Excelente recordatorio, coronado con semejante guinda. Abrazo.
Gracias, Peregrina, pasa cuando quieras.
Así es, Luis, y siempre son juegos mentales bastante divertidos (claro que hay quien ve estas cosas como evidencia de un plan universal, pero eso es otra historia). Como también es interesante conocer la verdad sobre algunas de estas coincidencias (caso Lincoln-Kennedy, por ejemplo).
Julio, ciertamente, el «Wiki Jote» luce interesante.
El artículo de Alfredo Baras Escolá respecto a la omisión del topónimo en el comienzo del Quijote resulta revelador si nos atenemos únicamente a cuestiones propias de la lengua. Ahora bien es necesario considerar además cuestiones propias del género al que pertenece la obra. No olvidar el posicionamiento de Cervantes respecto a las novelas de caballería o la historiografía. Por un lado existe una ruptura del cronotopo propio de las novelas de caballería al situar la aventura en un espacio no mítico si no común: «En un lugar de la mancha…» Por otro la duda sobre la veracidad de la narración histórica que se despliega a lo largo de la obra con multitud de mecanismos: el manuscrito encontrado, la traducción, la existencia de multiples narradores que se superponen, la aparición de una obra dentro de la obra en la segunda parte… En este sentido la omisión de un «dónde», si nos situamos en el horizonte histórico del Quijote, predispone desde un primer momento al lector hacia el cuestionamiento de su concepto de ficción. Por supuesto al comentar esto no trato de descalificar en ningún momento las conclusiones de Baras Escolá, quién aborda el tema desde una perspectiva muy concreta, tan sólo de aportar – y festejar 🙂 – alguno de los múltiples caminos que abrió la pluma de Cervantes y que explora todavía en la actualidad la Teoría literária. El comienzo del libro de los libros no creo que deba resolverse con un mero problema escatológico.
Siempre es un placer leerte. Un saludo.
No sabía de estas coincidencias… A Cortázar le fascinaba el tema de los dobles y no sé si era su teoría o de alguien más pero decía que el doble de Poe era Baudelaire…