Planeta no deja de meterse en problemas. Aparte del escándalo Piglia, ahora la editorial ha tenido que lanzar un comunicado para desmentir que El penúltimo sueño, novela con la que la escritora colombiana Ángela Becerra acaba de ganar el premio Azorín, había sido previamente comprometida con la editorial colombiana Villegas Editores.
El escándalo tiene ciertos ribetes interesantes, según se desprende de esta nota de Red-Literaria basada en otra del periodista Juan Antonio Giménez en el diario alicantino Información.
Planeta dice que no existían tales compromisos y que, habiéndose conocido que Becerra era la ganadora del Azorín, la editorial colombiana solicitó los derechos de publicación «al día siguiente o dos días después» y que la editorial catalana habría accedido. Becerra ya había publicado dos novelas con Villegas. La agente de Becerra, Antonia Kerrigan, habría confirmado en principio la noticia del compromiso previo, pero cuando Planeta desmintió ella salió a desdecirse. Red-Literaria es suspicaz:
Lo que no se explica, siguiendo la secuencia de los hechos, es que si Villegas Editores llamó a la autora al día siguiente o dos días después de fallado el premio, la editorial colombiana confirmase a la agencia EFE en Bogotá, la misma noche del fallo del Azorín —teniendo en cuenta la diferencia horaria— que lanzaría la primera edición de El penúltimo sueño en abril próximo, en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, y que contaría con la presencia de la propia Ángela Becerra. ¿Quién miente?
Red-Literaria le dedica además este artículo a los escándalos planetarios, escrito por Alejandro Lainez. Menciona allí la negativa de Miguel Delibes a participar en el premio planeta 1994, aduciendo que se le había ofrecido ganar el premio sin pasar por Go ni cobrar los doscientos dólares. También habla del escándalo que protagonizó Camilo José Cela cuando, ganada justamente esa edición del premio de 1994, fue querellado por Carmen Formoso, quien reclamaba que el Nobel había plagiado una novela suya. Y cierra, claro, con el caso Becerra.
Para los que no conocen el sitio, Red-Literaria tiene un tino especial en publicar trabajos urticantes sobre temas urticantes, además de aportar luces sobre aspectos de la literatura que no siempre son del dominio público. Una lectura enriquecedora, en cualquier caso, y sobre la cual volveré, quizás hoy mismo, en otra nota que no tiene nada que ver sobre un escándalo.
Se repite: la mayoría de los premios en España están arreglados. Corre la voz, Jorge, que la gente deje la pendejera de gastarse un platal en mandar manuscritos que sólo van a hacer bulto. La literatura va por otro lado, no por el de las chequeras de los editores…
Hay premios de premios, Juan Carlos. Estos premios de gran calado suelen estar arreglados. Pero sé de gente que vive de ganarse concursos menores. Envían, obtienen algunos euros, y así van tirando hasta el próximo concurso. ¿Nunca has visto un currículum de uno de esos autores que tienen treinta preseas del tipo «I Premio de Cuento Corto en San Tiburcio de la Frontera»?
a veces, ni esos premios son honestos. Porque si los grandes premios se juegan una enorme inversión de 50 o cien millones de pesetas, en los pequeños, tipo del hipotético san tiburcio de la frontera, es el alcalde, concejla de cultura o cacique del lugar el que decide aquíen le da el premio -a un amigo.
No hay que ser tan ingenuo, ni siquiera para creer que todos los premios están amañados.
Y así va la vida, qué se le va a hacer.