En Colombia se ha levantado cierto revuelo en relación con esta nota publicada por el diario El Tiempo, según la cual los usuarios de bibliotecas estarían en la obligación de pagar un arancel por el préstamo de Memoria de mis putas tristes.
Resulta que en la «letra pequeña» de los datos editoriales del libro, ubicados en la página 6, se encuentra esta coletilla:
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes… la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
La nota agrega que las 1.300 bibliotecas públicas colombianas, así como todas las de Latinoamérica, están impedidas de prestar el libro de Gabriel García Márquez a menos que el usuario pague por ello. Y remite a esta otra nota, que al menos en la edición electrónica del diario aparece sin firma, donde hablan de prohibiciones y vacíos legales.
La alarma, sin embargo, ha resultado innecesaria. En su edición de hoy, el diario publica esta nota en la que se aclara que la coletilla tendría relación con las prácticas establecidas en las bibliotecas europeas que cobran canon a sus usuarios, algo que no se aplica —ni creo sea aplicable— en nuestras bibliotecas. Se recogen las declaraciones de Diego Pampín, director de Random House para Colombia y Venezuela, quien niega que la coletilla pueda significar una prohibición o una limitación para el préstamo del libro en las bibliotecas latinoamericanas. Y agrega la palabra «disparate» proferida al respecto por Carmen Balcells —la «superagente literaria», en palabras de Manuel Vázquez Montalbán—, para quien además
los contratos de edición jamás prohíben ni prohibirán que los libros se puedan leer en préstamo en las bibliotecas.
me imagino un escenario posible, un aleman que sale de su tibia casa hasta una biblioteca, encuentra la ultima obra del gabo y paga el canon correspondiente, despues sale bajo la nieve, toma un tren y hace el viaje de regreso a su hogar. cuando al fin se sienta a leer en su sofa favorito se da cuenta que la obra que acarreo con tanto cuidado es un fiasco
lo que debería hacer García Márquez es pagarle un dólar a cada lector de su asqueroso libro (casi plagio): el libro de un viejito que ya no sabe cómo estar on the top: con insultos así, y con su necia actitud ante la dictadura castrista, se le quitan a uno las ganas de volver a leer los libros de este señor, que tanto placer nos han dado. Pero es que las arcadas empiezan a ser mayores que el placer de leer.
Ay Juan Carlos, Rebecca! Todos tenemos derecho a nuestra opinión, pero ?no están siendo mas duros con el Gabo que lo que serían con otro escritor? ?Es infalible y el Nóbel lo obliga a gustarle a todo el mundo? Respeto viene a mi memoria, al menos en nombre del «placer» que como bien dice Juan, sus libros nos han dado. Ojo: no he leído, lo hare a la brevedad, pero no puede ser peor que las justificaciones de Bush a la guerra de Irak o la crónica roja de los lunes (muertos por hechos de violencia) en cualquier diario de Venezuela.
a mi me encanta Garcia Marquez y su novela estuvo muy buena. Acoto que este post estuvo muy informativo (saludos Jorge :-D)
querida MB no es el nobel, es la disyuntiva que enfrenta un tipo inteligente y con trayectoria de escribir bien o solo para estar en el candelero. traté a este celebre colombiano y tuve una muy mala impresión de su persona lo que no me quitó el placer obtenido y por obtener a través de la lectura de algunas de sus obras. pero en el fondo, creo que todo lo hace por dinero y vanidad. seguramente quiere tener otra casa de techo, paredes, muebles y puertas blancas o alguna otra frivolidad de ese estilo. no puedo perdonarle ese pecadito de hybris
Jorge, esa nota de copyright es absolutamente común en los libros españoles y no creo que prohíba el préstamos en las bibliotecas públicas (es más, estoy seguro de que no lo prohíbe, entre otras cosas porque nadie puede prohibir nada que una ley permita). El asunto es algo más complejo: la Unión Europea «ordenó» a los países miembros que se cobrara un canon por libro prestado en las bibliotecas, algo a lo que, sin duda, se oponen editores y autores. En el caso específico de España, dicho canon no se aplica (incumpliendo la directiva europea). No obstante, si finalmente se pusiese en práctica (pues lo que dice la Unión ha de ir a misa) no necesariamente los usuarios finales tendrían que pagar el canon: la institución que soporta la biblioteca podría pagarlo en conjunto y en nombre de los usuarios a los que sirve. En fin, un tema peliagudo que no se sabe cómo terminará. Una duda que ahora mismo se me plantea: ¿Cómo determinados autores y editores podemos quedar, voluntariamente, fuera de esa retribución por canon?