No es usual que llueva con sol. El juego de claroscuros que se aprecia cuando las nubes que se desangran no logran ocultar al sol es uno de esos fenómenos sencillos que nos sirve la vida cotidiana como un pequeño obsequio, como un recordatorio de que la belleza está siempre a nuestro alrededor y que, a veces, hasta puede ganarle a lo feo, a lo indigno.
Mi abuela María murió hace poco más de tres años. Sus ojos amarillos eran otro prodigio de la naturaleza. Cada vez que llovía con sol, ella se paraba un momento ante la reja que da al patio de nuestra casa, admiraba la escena que hoy traigo hasta ustedes, y decía con una sonrisa: «Están peleando Dios y el diablo».
Yo que pensaba que cuando llovía con sol, es que Kurosawa anda por ahí filmando una película…
Que bonito! 🙂
Es un poco tarde. y leo…
En cuestiones de las queridas abuelas todos estamos en el mismo barco de fantasmas. Me recuerdas a mi abuelo, un militar de la gente de C.Castro, que me decìa como para que yo pusiera la frase algùn dìa en algùn sitio: Tal vez estemos muertos en vida, y los muertos muertos son.
Como siempre un cordial saludo muy especial…
Hermosa historia… como dice Gandica todos estamos en el mismo barco de fantasmas… me recordaste a la mía sentada todas las tardes después de almuerzo a mirar por la ventana de la sala a rumiar sus recuerdos
ABUNDANDO EN LA SECUENCIA
Espléndida la imagen y la sensibilidad…y las abuelas, ¡son como son! No debieran desaparecer…
Ya de por sí es una fascinante dedicación, esa de buscar en la vida las maravillas, redescubrirlas, disfrutarlas, comunicarlas.
No obstante, se pierden esas actitudes entre los avatares cotidianos que se llevan. De ahí la importancia de mantener viva la llama. Es un buen magnetismo a propagar. Un buen ejemplo son estas páginas, Letralia y pequeños oasis entre todo el maremágnum mediático.
NO cabe duda ninguna, estamos magnetizados y lo disfrutamos.
Saludos.
el día que yo me case, lloverá con sol. aqui en el sur, cuando llueve con sol dicen » se casa una vieja «