Anteayer leía esta nota del Weblog sobre Weblogs de Clarín Digital, en la que se describe la tendencia de mercadeo, en que se han embarcado algunas compañías fabricantes de teléfonos celulares, consistente en regalarle un teléfono a un bloguero para que éste publique su opinión.
Es previsible que campañas similares se extiendan a otros rubros, y el mercado editorial no ha perdido tiempo en subirse a la ola, de acuerdo a lo que Víctor R. Ruiz comentaba ayer en su Linotipo: blogueros como JJ Merelo de Atalaya y José Luis Orihuela de eCuaderno han sido invitados por la compañía de marketing Ideup a leer y comentar libros de dos grupos editoriales a los que representa, asegurándose que se respetará la imparcialidad del bloguero si éste decide opinar en contra del producto (el que una agencia publicitaria asegure que respetará la imparcialidad del bloguero me suena más a confesión de parte que a otra cosa). Ruiz se sumerge un poco más en el tema:
Sospecho que aún no han llegado al punto de segmentar las audiencias de los blogs participantes en el programa y van a por lugares más o menos conocidos. Dejando volar la imaginación supongo que en un futuro no muy lejano habrá empresas dedicadas a colocar productos entre los blogueros, que revisarán la temática, el PageRank, el cosmos de Technorati y número de comentarios para seleccionar a los afortunados potenciales probadores de productos. De momento, nuestra preocupación al respecto es la ética bloguera.
A estas alturas eso de la ética bloguera parece una de esas reliquias a las que sólo los viejos se aferran, como la nettiquette o los emoticones, con la salvedad de que aquí los viejos son los que tienen blogs con dos años de edad o más. La masificación del fenómeno blogueril ha dado paso a la rentabilidad, por un lado, y a la banalización, por el otro, y es sabido que éstos son conceptos con los que suele reñirse la ética.
Por lo mismo, cabe preguntarse: si proliferan estas campañas de mercadeo editorial, ¿cómo sabremos cuándo un bloguero que comente un libro lo está haciendo por iniciativa propia o porque el libro le llegó desde una gerencia de marketing? ¿Llegará el día en que un bloguero se exima de hacer comentarios respecto a un libro, de la misma manera como en la actualidad los presentadores de televisión se eximen de mencionar marcas que no están entre sus anunciantes?
CONTRASTES CONSTRUCTIVOS
o No vayamos a generalizar, pero cuando uno se acerca a las páginas culturales de los grandes periódicos, dominan las reseñas, unidireccionales y sin asomo de crítica. NO es fácil hacer buenas críticas y constructivas. Supondrían una excelencia inalcanzable trivialmente. ¿No están mediatizados por otras formas de pago? Consejos editoriales, capital, anunciantes, etc.
o Tampoco veo buena la actitud canonista de NO hablar de, o simplemente, poner muchas condiciones.
o La ética no la veo como grandes reflexiones, sino para practicarla. Y como nadie disponemos de la gran solución, bienvenida la libertad, para que se vayan creando unos espacios con más credibilidad que otros y cada uno podrá equivocarse a su manera.
Siempre estamos al borde del naufragio -Ortega y Gasset-, unas veces entre rentabilidad y banalidad, otras entre silencios o endiosamientos, echando cada uno las brazadas salvadoras con sus humildes argumentos físicos o mentales.
Sin más, toca espabilar y agrupar las sensibilidades. Una buena agrupación verá si busca el arte, la belleza o la cortesía; sus componentes se apoyarán mutuamente en esa búsqueda. ¿Seremos capaces de configurar núcleos fascinantes que nos estimulen a participar?
Como en estas páginas, su peculiar magnetismo atraerá a determinadas personas. La enjundia de ese grupo es la tarea apasionante.
En el entorno variopinto habrá de todo, y debe haberlo, allá cada cual. Unos para mejor y otros para despropósitos.
Para mi seríá suficiente con que el blogger hiciera proper disclosure del potencial conflicto de intereses. Es decir, que fulano o sutano le dio un libro, celular, mujer, etc. para probar y dar su opinión.
Yo estoy con Insulado en lo del full disclosure, y lo practico constantemente. Si tienes una página en la que todos los días entran dos mil personas con segmentación interesante, lo normal es que te ofrezcan cosas, y a mí, que me dedico a probarlo todo para poder contarlo en clase, me supone una oportunidad de «exploración» que no estoy dispuesto a perderme. Mi impresión es que quien me lee no busca mi objetividad… yo no soy una persona objetiva, nadie lo es. Lo que buscan es una opinión informada sabiendo los sesgos que me puedan afectar. Por eso voy, los cuento y ya…
Es la primera vez que me llaman viejo por tener un blog de más de dos años… 🙂
Allí donde se reúnen muchas personas, acaba por llegar el negocio, a no ser que el encargado tenga clara la intención y objetivos.
Me gusta comentar libros que leo y que me llegan por diferentes conductos: editoriales, escritores, amigos… Pero nadie me ha propuesto pagarme por ello. Hago un llamamiento para que esto cambie 🙂
Hola Jorge. Dices «La masificación del fenómeno blogueril ha dado paso a la rentabilidad, por un lado, y a la banalización, por el otro». A mi me parece bien que cualquier persona tenga la oportunidad de expresarse en la Red, especialmente en un weblog. Eso sí, me temo que no todo me va a interesar. Pero podemos ver el vaso medio vacío o medio lleno. En mi caso lo que me asusta es no poder leer todos los weblogs interesantes que surgen diariamente. En porcentaje serán pocos, pero en números absolutos ¡ya estoy masificado!
Sobre la ética blosférica, en el caso de los libros, veremos cómo evoluciona el experimento de JJ y Mayoral, que son de momento quienes han aceptado.