La historia de Jorge Cortell terminó en su renuncia de la UPV ante evidentes presiones que, sin embargo, no se realizaron teniéndole a él enfrente. Lo cual, dadas las circunstancias en que todo se desarrolló, no sorprende, como tampoco los hechos posteriores a la renuncia. Cortell ha denunciado que empiezan a urdirse mentiras respecto a su trabajo en la institución:
El Delegado de Comunicación de la Universidad Politécnica de Valencia (Antonio Hervás)
ha remitido a los medios de comunicación un comunicadoha declarado a un medio de comunicación (diario Levante, edición digital) que yo no soy ni he sido profesor de dicha institución, y que tan sólo he dado alguna clase en un Master de Artes Gráficas.
El mismo Cortell había anunciado el jueves la campaña de desprestigio que, suponía, podía venírsele encima, y habla de un grupo de presión que estaría extorsionando a altos cargos de la universidad. Una historia orwelliana en la que el hoy ex profesor de la UPV dice preferir el papel de Emmanuel Goldstein.
Jorge Cortell tuvo enormes dificultades para dar una conferencia la semana pasada en la que defendía la descarga de archivos de Internet sin tener que pagar un canon-impuesto revolucionario a la SGAE, sociedad general de autores, una mafia que se dedica a esquilmar el bolsillo de los usuarios en nombre de una élite de «autores».
A Jorge Cortell le denegaron el acceso al lugar donde tenía apalabrada la conferencia, y al final tuvo que hablar a la puerta de una cafetería. No se puede hacer enemigos de esa calaña, porque luego hay consecuencias. El dinero que la SGAE quiere ganar sin trabajar, es «sagrado» y luchará por él.