El sorpresivo amor

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Preservativos para damas, gratis en CaguaAyer presencié una estampa poco común en Cagua: tres funcionarias de la Casa de la Mujer, armadas con una mesita, explicaban en plena Plaza Sucre —nuestra plaza mayor— el uso y beneficios del preservativo femenino. La cosa atrajo, por supuesto, a muchas mujeres, y a no pocos hombres, algunos de los cuales ni siquiera sabían que eso existía.

La funcionaria que sostiene el artefacto entre sus manos explicaba una y otra vez, con lujo de detalles, el modo de uso. Abundaba en palabras de la más rancia aristocracia profiláctica: miembro, acto, emisión. Había niños entre la concurrencia.

Al término de cada explicación, la funcionaria ofrecía preservativos gratuitos a las damas presentes; la mayoría se negaba, algunas por no firmar el libro de visitas de la institución —requisito indispensable para llevarse el obsequio—, otras, aventuro, por pacatería. Me pareció interesante que quienes sí se llevaron sus preservativos sin mayores ambages eran damas de edad bastante madura.

Una de las jóvenes que se retiraron, adujo: «No necesito eso, estoy sola». Entonces la sabiduría popular se encarnó en una anciana que la escuchó, y le ripostó: «Quién sabe, mija. El amor no avisa».

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8 thoughts on “El sorpresivo amor

  1. Coño, Jorge, seguro que vives en un mundo que de tan loco es mágico… Recuerdo una vaina, en mi colegio, en sexto grado, fue un señor de sanidad y nos enseñó un preservativo y el uso del mismo. Nos regalaron uno… La mayoría los abrió y lo usaron como globos, cohetes, cualquier vaina… El mio, yo lo guardé, pensaba que con 11 años más o menos que tenía por la época, podría usarlo en cualquier momento. Imaginate, el tipo nos enseñó el uso del preservativo, pero yo no sabía dónde estaba el coño. Yo pensaba que estaba en la parte de delante, en el pubis… Bueno, la anécdota es un tanto inútil, pero ojo, que tenía eso, 11 años. El tipo nos previno de las venéreas, no de los embarazos… Así que en mi imaginación creía que un coño tenía unos dientes perversos que me podrían morder y contagiarme una enfermedad de nombre sofisticado… Sífilis… En fin, que lo guardé en mi cartera, y duró y duró, y duró, hasta que hizo una marca en el cuero, así ovaladita… Hasta que un día, como a los dos años, o sea a mis trece, se lo enseñé a uná muchacha como yo, que me acusó con la profesora porque según ella eso era como enseñarle el piripicho…

  2. Sorpresas nos da la vida. A veces creemos que los más liberales y de mente abierta son los inscritos en las nuevas generaciones, pero siempre hay razones para pensar que «más sabe el diablo por viejo, que por diablo»

    Te dejo estas letras como marca de mi paso y mi saludo.

  3. Ja, ja, ja, ja, bueno Bogato, y si te cuento que cuando tenía 15 años, una chica me pidió que le enseñara el piripicho ý cuando lo hice… se echó a llorar. Yo pensé, coño será que es muy pequeño,y pregunté y dijo que no. Me alegré, ¿será que es muy grande? Y dijo que no, ¿entonces? pregunté, y ¿sabes que me dijo?… Es muy feo…

  4. Tarde pero seguro…..
    Hola Jorge:
    Como sabes vivo en España, aqui la cosa es mas liberal; Los homosexsuales y lesbianas no tienen nigún tipo de vergüenza a mostrarse en Público e incluso pueden casarse y hay algunos q son ministros…. (te imajinas eso en Vzla.?); Por mi que a cada quien le den por donde mas le guste… (no es fino, pero es real).
    En cuanto a los preservativos, los hay en los baños de las fuentes de soda, discotecas, Etc. en máquinas dispensadoras, pero son caros con respecto a la farmacia, (1€ C/u) aunque mas caro es un sida; También hay campañas para repartirlos en los quioscos de las fiestas en la calle, sin ningún tipo de firmas o identificación, el q quiere uno lo pide y ya. De hecho, mi hijo (que no tiene vergüenza ninguna y es un Jod…., tipo tío César G. -Saludos-), aparecío en casa con unos 10, y yo le pregunté para que?, si él practica el sexo seguro, uno no se contamina a uno mismo :-)), la verdadera hora del té, es pedirlo y ponérselo cuando de verdad hace falta.
    Un saludo.

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