Y finalmente perdimos. No bastaron las ganas de la Vinotinto ni los ríos de vibra de los fanáticos venezolanos (que de paso era una vibra venida a menos tras las últimas trastadas de la selección), y mucho menos los gritos que le pegaba yo anoche a Arango y compañía ante el televisor. Perdimos y otra vez seremos fanáticos de Brasil o Argentina.
Supongo que el futuro de la Vinotinto tendrá mucho que ver con trabajo y aplomo para tragarse la derrota actual y convertirla en victorias futuras. Pero no quiero ni imaginar cómo andará en este momento la moral de los jugadores, que para colmo se han quedado varados en Santiago, hasta mañana, por un problema técnico en el avión. Sobre ánimos escribe escuetamente el redactor de LaVinotinto.com (de donde tomé la fotografía):
El ánimo de los vinotintos no es el mejor luego de la derrota sufrida ante Chile 2-1, pero se va recobrando poco a poco.
Ojalá. Avanti.
No hay nada más hipócrita que aquello de lo importante es compertir, no ganar, si no que lo digan los moraós: ahora bien, no veo en la Vinotinto sino una representación más de de idiosincracia criolla: ganas, ganas, ganas, falta de preparación, fracaso, excusas, excusas, excusas, porque siempre falta el gol, es la altura de la ciudad donde se realizará el encuentro, la mala suerte…en fin!
Heyyy hola hola de visita por tu blog.
Gracias por ir a impulsos y sentidos BIENVENIDO.
Besos con sabor a cereza ;0)