Salid de aquí, malditos, la última obra de teatro escrita por Saddam Hussein antes de que Estados Unidos lo capturara, transita actualmente su propio calvario ante la censura del gobierno de Jordania, país donde serían distribuidos sus 10.000 ejemplares a no ser por la intervención del Departamento de Imprenta y Publicación.
El gobierno jordano dice que se podrían dañar los lazos con Iraq si se permite la publicación de la obra. Claro que, en el contexto, lazos dañados con Iraq equivale a lazos dañados con Estados Unidos. De cualquier manera, ya Raghad —la hija mayor del ex dictador— ha puesto a circular la obra distribuyéndola entre algunos medios. Raghad por cierto es la autora del prefacio, en el que define a su padre como
el pulso del corazón, el globo ocular, el padre de los iraquíes, el fabricante de hombres y de héroes, y el hombre que nos enseñó los valores del patriotismo, el valor, la determinación y la gloria.
¿Que Saddam no escribe? Probablemente no (se especula sobre la contratación de diversos autores apócrifos), pero ya ha publicado otras tres obras: Zabiba y el Rey, El castillo fortificado y El hombre y la ciudad. Lo que sí parece seguro es que, en este caso de censura, no habrá quien defienda al autor.